28.01.2016 Views

50sombras 168

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Rodea el coche con paso seguro y, cuando llega al otro lado, dobla su largo cuerpo<br />

con elegancia. ¿Cómo lo consigue?<br />

—¿Qué coche es?<br />

—Un Audi R8 Spyder. Como hace un día precioso, podemos bajar la capota. Ahí<br />

hay una gorra. Bueno, debería haber dos.<br />

Gira la llave de contacto, y el motor ruge a nuestras espaldas. Deja la bolsa entre<br />

los dos asientos, pulsa un botón y la capota retrocede lentamente. Pulsa otro, y la<br />

voz de Bruce Springsteen nos envuelve.<br />

—Va a tener que gustarte Bruce.<br />

Me sonríe, saca el coche de la plaza de parking y sube la empinada rampa,<br />

donde nos detenemos a esperar que se levante la puerta.<br />

Y salimos a la soleada mañana de mayo de Seattle. Abro la guantera y saco las<br />

gorras. Son del equipo de los Mariners. ¿Le gusta el béisbol? Le tiendo una gorra y<br />

se la pone. Paso el pelo por la parte de atrás de la mía y me bajo la visera.<br />

La gente nos mira al pasar. Por un momento pienso que lo miran a él… Luego,<br />

una paranoica parte de mí cree que me miran a mí porque saben lo que he estado<br />

haciendo en las últimas doce horas, pero al final me doy cuenta de que lo que<br />

miran es el coche. Christian parece ajeno a todo, perdido en sus pensamientos.<br />

Hay poco tráfico, así que no tardamos en llegar a la interestatal 5 en dirección<br />

sur, con el viento soplando por encima de nuestras cabezas. Bruce canta que arde<br />

de deseo. Muy oportuno. Me ruborizo escuchando la letra. Christian me mira.<br />

Como lleva puestas las Ray-Ban, no veo su expresión. Frunce los labios, apoya una<br />

mano en mi rodilla y me la aprieta suavemente. Se me corta la respiración.<br />

—¿Tienes hambre? —me pregunta.<br />

No de comida.<br />

—No especialmente.<br />

Sus labios vuelven a tensarse en una línea firme.<br />

—Tienes que comer, Anastasia —me reprende—. Conozco un sitio fantástico<br />

cerca de Olympia. Pararemos allí.<br />

Me aprieta la rodilla de nuevo, su mano vuelve a sujetar el volante y pisa el<br />

acelerador. Me veo impulsada contra el respaldo del asiento. Madre mía, cómo<br />

corre este coche.<br />

El restaurante es pequeño e íntimo, un chalet de madera en medio de un bosque.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!