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50sombras 168

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mirándome.<br />

—Eh… ayer —mascullo, excitadísima.<br />

—Bien.<br />

Me suelta y me da la vuelta.<br />

—Agárrate al lavabo —me ordena y vuelve a echarme hacia atrás las caderas,<br />

como hizo en el cuarto de juegos, de forma que estoy doblada.<br />

Me pasa la mano entre las piernas y tira del cordón azul. ¿Qué? Me quita el<br />

tampón con cuidado y lo tira al váter, que tiene cerca. Dios mío. La madre del… Y<br />

de golpe me penetra… ¡ah! Piel con piel, moviéndose despacio al principio,<br />

suavemente, probándome, empujando… madre mía. Me agarro con fuerza al<br />

lavabo, jadeando, pegándome a él, sintiéndolo dentro de mí. Oh, esa dulce<br />

agonía… sus manos ancladas a mis caderas. Imprime un ritmo castigador, dentro,<br />

fuera, luego me pasa la mano por delante, al clítoris, y me lo masajea… oh, Dios.<br />

Noto que me acelero.<br />

—Muy bien, nena —dice con voz ronca mientras empuja con vehemencia,<br />

ladeando las caderas, y eso basta para catapultarme a lo más alto.<br />

Uau… y me corro escandalosamente, aferrada al lavabo mientras me dejo<br />

arrastrar por el orgasmo, y todo se revuelve y se tensa a la vez. Él me sigue,<br />

agarrándome con fuerza, pegándose a mi cuerpo cuando llega al clímax,<br />

pronunciando mi nombre como si fuera un ensalmo o una invocación.<br />

—¡Oh, Ana! —me jadea al oído, su respiración entrecortada en perfecta sinergia<br />

con la mía—. Oh, nena, ¿alguna vez me saciaré de ti? —susurra.<br />

Nos dejamos caer despacio al suelo y él me envuelve con sus brazos,<br />

apresándome. ¿Será siempre así? Tan incontenible, devorador, desconcertante,<br />

seductor. Yo quería hablar, pero hacer el amor con él me agota y me aturde, y<br />

también yo me pregunto si algún día llegaré a saciarme de él.<br />

Me acurruco en su regazo, con la cabeza pegada a su pecho, mientras nos<br />

serenamos. Con disimulo, inhalo su aroma a Christian, dulce y embriagador. No<br />

debo acariciarlo. No debo acariciarlo. Repito mentalmente el mantra, aunque me<br />

siento tentada de hacerlo. Quiero alzar la mano y trazar figuras en su pecho con las<br />

yemas de los dedos, pero me contengo, porque sé que le fastidiaría que lo hiciera.<br />

Guardamos silencio los dos, absortos en nuestros pensamientos. Yo estoy absorta<br />

en él, entregada a él.<br />

De repente, me acuerdo de que tengo la regla.<br />

—Estoy manchando —murmuro.

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