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50sombras 168

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Mia me abraza cariñosamente cuando nos despedimos.<br />

—¡Pensábamos que nunca encontraría una chica! —comenta con entusiasmo.<br />

Yo me sonrojo y Christian vuelve a poner los ojos en blanco. Frunzo los labios.<br />

¿Por qué él sí puede y yo no? Quiero ponerle los ojos en blanco yo también, pero<br />

no me atrevo, y menos después de la amenaza en la casita del embarcadero.<br />

—Cuídate, Ana, querida —me dice amablemente Grace.<br />

Christian, avergonzado o frustrado por la efusiva atención que recibo del resto<br />

de los Grey, me coge de la mano y me acerca a su lado.<br />

—No me la espantéis ni me la miméis demasiado —protesta.<br />

—Christian, déjate de bromas —lo reprende Grace con indulgencia y una<br />

mirada llena de amor por él.<br />

No sé por qué, pero me parece que no bromea. Observo subrepticiamente su<br />

interacción. Es obvio que Grace lo adora, que siente por él el amor incondicional de<br />

una madre. Él se inclina y la besa con cierta rigidez.<br />

—Mamá —dice, y percibo un matiz extraño en su voz… ¿veneración, quizá?<br />

—Señor Grey… adiós y gracias por todo.<br />

Le tiendo la mano, pero ¡también me abraza!<br />

—Por favor, llámame Carrick. Confío en que volvamos a verte muy pronto,<br />

Ana.<br />

Terminada la despedida, Christian me lleva hasta el coche, donde nos espera<br />

Taylor. ¿Habrá estado esperando ahí todo el tiempo? Taylor me abre la puerta y<br />

entro en la parte trasera del Audi.<br />

Noto que los hombros se me relajan un poco. Dios, qué día. Estoy agotada, física<br />

y emocionalmente. Tras una breve conversación con Taylor, Christian se sube al<br />

coche a mi lado. Se vuelve para mirarme.<br />

—Bueno, parece que también le has caído bien a mi familia —murmura.<br />

¿También? La deprimente idea de por qué me ha invitado me vuelve de forma<br />

espontánea e inoportuna a la cabeza. Taylor arranca el coche y se aleja del círculo<br />

de luz del camino de entrada para adentrarse en la oscuridad de la carretera. Me<br />

giro hacia Christian y lo encuentro mirándome fijamente.<br />

—¿Qué? —pregunta en voz baja.<br />

Titubeo un instante. No… Se lo voy a decir. Siempre se queja de que no le<br />

cuento las cosas.

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