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50sombras 168

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—A mí no me molesta —me dice.<br />

—Ya lo he notado —digo sin poder controlar el tono seco de mi voz.<br />

Se tensa.<br />

—¿Te molesta a ti? —me pregunta en voz baja.<br />

¿Que si me molesta? Quizá debería… ¿o no? No, no me molesta. Me echo hacia<br />

atrás y levanto la vista, y él me mira desde arriba, con esos ojos grises algo<br />

nebulosos.<br />

—No, en absoluto.<br />

Sonríe satisfecho.<br />

—Bien. Vamos a darnos un baño.<br />

Me libera y me deja en el suelo a fin de ponerse de pie. Mientras se mueve a mi<br />

lado, vuelvo a reparar en esas pequeñas cicatrices redondas y blancas de su pecho.<br />

No son de varicela, me digo distraída. Grace dijo que a él casi no le había afectado.<br />

Por Dios… tienen que ser quemaduras. ¿Quemaduras de qué? Palidezco al caer en<br />

la cuenta, presa de la conmoción y la repugnancia que me produce. A lo mejor<br />

existe una explicación razonable y yo estoy exagerando. Brota feroz en mi pecho<br />

una esperanza: la esperanza de estar equivocada.<br />

—¿Qué pasa? —me pregunta Christian alarmado.<br />

—Tus cicatrices —le susurro—. No son de varicela.<br />

Lo veo cerrarse como una ostra en milésimas de segundo; su actitud, antes<br />

relajada, serena y tranquila, se vuelve defensiva, furiosa incluso. Frunce el ceño, su<br />

rostro se oscurece y su boca se convierte en una fina línea prieta.<br />

—No, no lo son —espeta, pero no me da más explicaciones.<br />

Se pone en pie, me tiende la mano y me ayuda a levantarme.<br />

—No me mires así —me dice con frialdad, como reprendiéndome, y me suelta la<br />

mano.<br />

Me sonrojo, arrepentida, y me miro los dedos, y entonces sé, tengo claro, que<br />

alguien le apagaba cigarrillos sobre la piel. Siento náuseas.<br />

—¿Te lo hizo ella? —susurro sin apenas darme cuenta.<br />

No dice nada, así que me obligo a mirarlo. Él me clava los ojos, furibundo.<br />

—¿Ella? ¿La señora Robinson? No es una salvaje, Anastasia. Claro que no fue<br />

ella. No entiendo por qué te empeñas en demonizarla.<br />

Ahí lo tengo, desnudo, espléndidamente desnudo, manchado de mi sangre… y

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