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50sombras 168

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toda la vida. Vale, no toda la vida —de niño, no—, y entonces mi perspectiva<br />

cambia. La idea me serena y veo el coche con otros ojos, sintiéndome culpable por<br />

mi arrebato de resentimiento. Su intención es buena, desacertada, pero con buen<br />

fondo.<br />

—Te agradezco que me lo prestes, como el portátil.<br />

Suspira hondo.<br />

—Vale. Te lo presto. Indefinidamente.<br />

Me mira con recelo.<br />

—No, indefinidamente, no. De momento. Gracias.<br />

Frunce el ceño. Me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla.<br />

—Gracias por el coche, señor —digo con toda la ternura de la que soy capaz.<br />

Me agarra de pronto y me estrecha contra su cuerpo, con una mano en la<br />

espalda reteniéndome y la otra agarrándome el pelo.<br />

—Eres una mujer difícil, Ana Steele.<br />

Me besa apasionadamente, obligándome a abrir la boca con la lengua, sin<br />

contemplaciones.<br />

Me excito al instante y le devuelvo el beso con idéntica pasión. Lo deseo<br />

inmensamente, a pesar del coche, de los libros, de los límites tolerables… de los<br />

varazos… lo deseo.<br />

—Me está costando una barbaridad no follarte encima del capó de este coche<br />

ahora mismo, para demostrarte que eres mía y que, si quiero comprarte un puto<br />

coche, te compro un puto coche —gruñe—. Venga, vamos dentro y desnúdate.<br />

Me planta un beso rápido y brusco.<br />

Vaya, sí que está enfadado. Me coge de la mano y me lleva de nuevo dentro y<br />

derecha al dormitorio… sin ningún tipo de preámbulo. Mi subconsciente está otra<br />

vez detrás del sofá, con la cabeza escondida entre las manos. Christian enciende la<br />

luz de la mesilla y se detiene, mirándome fijamente.<br />

—Por favor, no te enfades conmigo —le susurro.<br />

Me mira impasible; sus ojos grises son como fríos pedazos de cristal ahumado.<br />

—Siento lo del coche y lo de los libros… —Me interrumpo. Guarda silencio,<br />

pensativo—. Me das miedo cuando te enfadas —digo en voz baja, mirándolo.<br />

Cierra los ojos y mueve la cabeza. Cuando los abre, su expresión se ha<br />

suavizado. Respira hondo y traga saliva.

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