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50sombras 168

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sábado fueron una excepción. No volverá a pasar.<br />

Oigo la firme determinación detrás de su dulce voz ronca.<br />

Frunzo los labios.<br />

—Bueno, estoy cansada.<br />

—¿Estás echándome?<br />

Alza las cejas perplejo y algo afligido.<br />

—Sí.<br />

—Bueno, otra novedad. —Me mira interrogante—. ¿No quieres que<br />

comentemos nada? Sobre el contrato.<br />

—No —le contesto de mal humor.<br />

—Ay, cuánto me gustaría darte una buena tunda. Te sentirías mucho mejor, y<br />

yo también.<br />

—No puedes decir esas cosas… Todavía no he firmado nada.<br />

—Pero soñar es humano, Anastasia. —Se inclina y me agarra de la barbilla—.<br />

¿Hasta el miércoles? —murmura.<br />

Me besa rápidamente en los labios.<br />

—Hasta el miércoles —le contesto—. Espera, salgo contigo. Dame un minuto.<br />

Me siento, cojo la camiseta y lo empujo para que se levante de la cama. Lo hace<br />

de mala gana.<br />

—Pásame los pantalones de chándal, por favor.<br />

Los recoge del suelo y me los tiende.<br />

—Sí, señora.<br />

Intenta ocultar su sonrisa, pero no lo consigue.<br />

Lo miro con mala cara mientras me pongo los pantalones. Tengo el pelo hecho<br />

un desastre y sé que después de que se marche voy a tener que enfrentarme a la<br />

santa inquisidora Katherine Kavanagh. Cojo una goma para el pelo, me dirijo a la<br />

puerta y la abro para ver si está Kate. No está en el comedor. Creo que la oigo<br />

hablando por teléfono en su habitación. Christian me sigue. Durante el breve<br />

recorrido entre mi habitación y la puerta de la calle mis pensamientos y mis<br />

sentimientos fluyen y se transforman. Ya no estoy enfadada con él. De pronto me<br />

siento insoportablemente tímida. No quiero que se marche. Por primera vez me<br />

gustaría que fuera normal, me gustaría mantener una relación normal que no<br />

exigiera un acuerdo de diez páginas, azotes y mosquetones en el techo de su cuarto

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