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50sombras 168

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La fusta me sacude el trasero. ¡Au!<br />

—Por favor, ¿qué?<br />

—Por favor, señor —gimoteo.<br />

Me sonríe, triunfante.<br />

—¿Con esto?<br />

Sostiene en alto la fusta para que pueda verla.<br />

—Sí, señor.<br />

—¿Estás segura?<br />

Me mira muy serio.<br />

—Sí, por favor, señor.<br />

—Cierra los ojos.<br />

Cierro los ojos al cuarto, a él, a la fusta. De nuevo empieza a soltarme picotazos<br />

con la fusta en el vientre. Desciende, golpecitos suaves en el clítoris, una, dos, tres<br />

veces, una y otra vez, hasta que al final… ya, no aguanto más, y me corro, de forma<br />

espectacular, escandalosa, encorvándome debilitada. Las piernas me flaquean y él<br />

me rodea con sus brazos. Me disuelvo en ellos, apoyando la cabeza en su pecho,<br />

maullando y gimoteando mientras las réplicas del orgasmo me consumen. Me<br />

levanta, y de pronto nos movemos, mis brazos aún atados por encima de la cabeza,<br />

y entonces noto la fría madera de la cruz barnizada contra mi espalda, y él se está<br />

desabrochando los botones de los vaqueros. Me apoya un instante en la cruz<br />

mientras se pone un condón, luego me coge por los muslos y me levanta otra vez.<br />

—Levanta las piernas, nena, enróscamelas en la cintura.<br />

Me siento muy débil, pero hago lo que me dice mientras él me engancha las<br />

piernas a sus caderas y se sitúa debajo de mí. Con una fuerte embestida me<br />

penetra, y vuelvo a gritar y él suelta un gemido ahogado en mi oído. Mis brazos<br />

descansan en sus hombros mientras entra y sale. Dios, llega mucho más adentro de<br />

esta forma. Noto que vuelvo a acercarme al clímax. Maldita sea, no… otra vez,<br />

no… no creo que mi cuerpo soporte otro orgasmo de esa magnitud. Pero no tengo<br />

elección… y con una inevitabilidad que empieza a resultarme familiar, me dejo<br />

llevar y vuelvo a correrme, y resulta placentero, agonizante, intenso. Pierdo por<br />

completo la conciencia de mí misma. Christian me sigue y, mientras se corre, grita<br />

con los dientes apretados y se abraza a mí con fuerza.<br />

Me la saca rápidamente y me apoya contra la cruz, su cuerpo sosteniendo el<br />

mío. Desabrocha las muñequeras, me suelta las manos y los dos nos desplomamos

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