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50sombras 168

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26<br />

Me despierto sobresaltada. Creo que acabo de rodar por las escaleras en sueños y<br />

me incorporo como un resorte, momentáneamente desorientada. Es de noche y<br />

estoy sola en la cama de Christian. Algo me ha despertado, algún pensamiento<br />

angustioso. Echo un vistazo al despertador que tiene en la mesita. Son las cinco de<br />

la mañana, pero me siento descansada. ¿Por qué? Ah, será por la diferencia<br />

horaria; en Georgia serían las ocho. Madre mía, tengo que tomarme la píldora.<br />

Salgo de la cama, agradecida de que algo me haya despertado. Oigo a lo lejos el<br />

piano. Christian está tocando. Eso no me lo pierdo. Me encanta verlo tocar.<br />

Desnuda, cojo el albornoz de la silla y salgo despacio al pasillo mientras me lo<br />

pongo, escuchando el sonido mágico del lamento melodioso que proviene del<br />

salón.<br />

En la estancia a oscuras, Christian toca, sentado en medio de una burbuja de luz<br />

que despide destellos cobrizos de su pelo. Parece que va desnudo, pero yo sé que<br />

lleva los pantalones del pijama. Está concentrado, tocando maravillosamente,<br />

absorto en la melancolía de la música. Indecisa, lo observo entre las sombras; no<br />

quiero interrumpirlo. Me gustaría abrazarlo. Parece perdido, incluso abatido, y<br />

tremendamente solo… o quizá sea la música, que rezuma tristeza. Termina la<br />

pieza, hace una pausa de medio segundo y empieza a tocarla otra vez. Me acerco a<br />

él con cautela, como la polilla a la luz… la idea me hace sonreír. Alza la vista hacia<br />

mí y frunce el ceño, antes de centrarse de nuevo en sus manos.<br />

Mierda, ¿se habrá enfadado porque lo molesto?<br />

—Deberías estar durmiendo —me reprende suavemente.<br />

Sé que algo lo preocupa.<br />

—Y tú —replico con menos suavidad.<br />

Vuelve a alzar la vista, esbozando una sonrisa.<br />

—¿Me está regañando, señorita Steele?<br />

—Sí, señor Grey.<br />

—No puedo dormir —me contesta ceñudo, y detecto de nuevo en su cara un

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