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Vida moderna<br />
Tal como está dicho, ella levantó las cejas hirsutas<br />
y le exigió, con un gesto, permanencia. <strong>La</strong>s<br />
paredes sin ángulo en los bordes, la sensación de<br />
largas distancias que proporcionaba la luz <strong>del</strong> débil<br />
fuego de la entrada, le producían agobio. También<br />
un recurso: ¿existió o soñó con un tiempo de lluvias<br />
eternas, de comidas compartidas entre bocas pútridas,<br />
cubiertas de sangre? Nunca se sentía feliz en las<br />
mañanas: persistía la desazón por los sonidos que<br />
traía la noche, la desmesura de su fragilidad. No<br />
era aún la era de las aves, de los bosques fecundos,<br />
los perros eran animales fieros, casi desprovistos de<br />
pelo, que corrían en grupo tras la presa. Igual que<br />
él, ahora y para siempre, condenado a regir en ese<br />
mundo incompleto.<br />
Se levantó con cuidado, examinó las ronchas y<br />
las heridas de la anterior cacería. Confió, por su olfato<br />
explorando el brazo tumefacto, en seguir siendo<br />
un macho útil, uno más, sin señas especiales que<br />
lo acercaran a la muerte, al desprecio por su inva-<br />
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