La historia del diseño industrial reconsiderada
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autogestionadas. Pero si no hay un abordaje de la gran escala, en donde se producen los<br />
mayores impactos ambientales, el discurso pierde consistencia.<br />
Sustentabilidad y Diseño<br />
<strong>La</strong> preocupación ambiental no tardó en hacer eco en el campo <strong>del</strong> Diseño. Fue Victor Papanek<br />
quien en 1986 publicó Design for the Real World 163 . En ese texto, Papanek criticó duramente<br />
el rol <strong>del</strong> diseñador como artífice de la superpoblación de objetos en el mercado y de<br />
propiciar conductas consumistas en la sociedad 164 . Más allá de esta crítica exacerbada 165 que<br />
otorga al Diseño un rol fundamental como gran culpable de la producción indiscriminada, la<br />
mirada de Papanek amplió los límites de acción <strong>del</strong> mismo. El mundo real al que Papanek hace<br />
referencia en su texto, no es más que todos los campos de injerencia <strong>del</strong> Diseño que hoy están<br />
siendo abordados: salud y discapacidad, educación, transporte, entre otros. El autor critica el<br />
modo de producción y el tipo de <strong>diseño</strong> pero además los campos de acción <strong>del</strong> mismo, ligados<br />
puramente al consumo. Es por eso que como contrapartida propone a través de casos ilustrativos,<br />
nuevas áreas de incumbencia para el diseñador. Lo que pone de manifiesto Diseñar para<br />
el Mundo Real es la posibilidad de solucionar desde el Diseño problemáticas sociales que,<br />
como ya vimos, van de la mano <strong>del</strong> discurso sostenible.<br />
Tomás Maldonado es otro de los autores que tempranamente abordó la cuestión ambiental.<br />
En el texto Hacia una Racionalidad Ecológica, se refiere a los problemas generales <strong>del</strong> ambiente,<br />
el cuidado de los animales, la dicotomía entre lo local y lo global. Finalmente, retoma la<br />
cuestión de los estilos de vida que Papanek denunciara anteriormente. Si bien enfatiza la necesidad<br />
de actuar 166 frente a la urgencia ambiental, el autor recae en la dificultad que significa<br />
modificar los estilos de vida de las sociedades <strong>industrial</strong>izadas 167 . Estas observaciones, presentes<br />
en ambos autores, suponen la continuidad de una actitud moralista frente a los problemas<br />
de la naturaleza. Esto alimenta la idea de que parece existir una escisión entre lo que propone<br />
la teoría y el accionar <strong>del</strong> diseñador. Se conoce el problema, pero son incipientes las soluciones<br />
plausibles en términos de herramientas de <strong>diseño</strong>. Ezio Manzini advierte este problema de<br />
la actitud ecológica <strong>del</strong> diseñador, haciendo hincapié en la dificultad de pasar de una cultura <strong>del</strong><br />
“hacer en ausencia de límites”, a una cultura <strong>del</strong> “hacer en un mundo limitado” 168 . Precisamente,<br />
uno de los riesgos que Manzini señala es el riesgo <strong>del</strong> moralismo 169 .<br />
163<br />
Hay traducción al Español (agotada) Papanek, V. (1977). Diseñar para el Mundo Real. Ecología Humana y Cambio<br />
Social. Madrid: Hermann Blume Ediciones.<br />
164<br />
Ver Papanek (1971-1973). Capítulo 9: Responsabilidad <strong>del</strong> Diseño. Cinco mitos y seis direcciones.<br />
165<br />
Resulta contradictorio, como sucede en otros textos fundamentales de Diseño (ver Ricard, A., y de Ventós, X. R.<br />
(1982). Diseño ¿por qué?) que el autor coloque al Diseño como único y gran culpable de los problemas de la sociedad<br />
consumista. ¿Tiene el Diseño una injerencia tal en el mundo productivo que merece el lugar de único culpable?<br />
O el problema radica en la falta de intervención <strong>del</strong> profesional? (Ver Battista, Caló y Bernatene, 2012).<br />
166<br />
Desde una óptica más focalizada, nuestra opción puede reducirse, en última instancia, a una única alternativa:<br />
actuar o no actuar de inmediato. […] <strong>La</strong> apuesta es demasiado alta para permitirnos titubeos o aplazamientos a la<br />
espera de ulteriores verificaciones […] (Maldonado, p. 57).<br />
167<br />
Pero las cosas se complican aún más cuando de una genérica invitación a desalentar algún particular tipo de consumo,<br />
por el bien <strong>del</strong> presente y <strong>del</strong> futuro <strong>del</strong> ambiente, se pasa a formular, en nombre <strong>del</strong> mismo interés, un programa<br />
con un objetivo mucho más ambicioso: obligar a la sociedad <strong>industrial</strong>izada a abandonar totalmente su estilo<br />
de vida. [...] Desde siempre, los <strong>historia</strong>dores, sin que necesariamente se trate de los conservadores, nos han enseñado<br />
a no subestimar jamás la inercia de los estilos de vida. (Maldonado, p. 70)<br />
168<br />
(Manzini, 1996: 99).<br />
169<br />
“[…] es el predicar aquello que en teoría sería justo, prescindiendo de los condicionantes materiales y culturales <strong>del</strong><br />
sistema, tendiendo de este modo a crear sentimientos de culpabilidad sin ofrecer soluciones a cambio. […] “. p. 99.<br />
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