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La historia del diseño industrial reconsiderada

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Entonces uno de los primeros interrogantes que surgen frente al dispositivo electrónico que vamos<br />

a incorporar es cómo se verá afectado por la temperatura <strong>del</strong> café. En general las computadoras<br />

hacen todo lo posible por disipar el calor, reducirlo y alejarlo <strong>del</strong> microprocesador. El calor en los<br />

circuitos integrados es inevitable y es sinónimo de pérdida de energía. Si se pierde energía se pierde<br />

rendimiento. A menor rendimiento peores prestaciones, menor vida útil y probablemente mayor<br />

cultivo de fallas. De este modo, ¿es posible que nuestra pequeña computadora embebida en la taza<br />

necesite de aislamiento? Incluso mirando más allá, si imaginamos que trabajamos con nanotecnología,<br />

¿cuán relevante serían las preguntas de <strong>diseño</strong> que podamos formular si son propias <strong>del</strong><br />

mundo mecánico y la macrofísica? ¿Valen para esta nueva escala? En principio, si Kaye pudo resolverlo<br />

en el MIT sabemos que es posible, pero de allí a un producto está el camino <strong>del</strong> Diseño. Lo<br />

que es más interesante aun es cómo vincular dos universos tecnológicos tan distintos: la microelectrónica<br />

a escala nanométrica en simbiosis con una taza de porcelana trabajada a altas temperaturas.<br />

Y aunque es posible que en un futuro contemos con nuevos materiales que eviten problemas<br />

técnicos, los mundos simbólicos de referencia están en veredas opuestas: la introducción de la<br />

frialdad científica no debe arrasar con la calidez intrínseca de una taza, la cual muchas veces es<br />

hasta íntima.<br />

Otro de los casos interesantes relatados por Gershenfeld es el de Steve Mann. Steve en sus<br />

épocas de estudiante deambulaba por el MIT cubierto por cables, sensores, circuitos, microprocesadores<br />

y cámaras que recolectaban información sobre el entorno. Todos estos datos<br />

eran capturados y procesados para ser suministrados a Steve mediante una proyección de los<br />

mismos en unas gafas que llevaba puestas constantemente: “Sus ojos están ocultos detrás de<br />

un visor que contiene pequeñas pantallas de visualización. Él mira a través de un par de cámaras,<br />

que están conectadas a sus pantallas por medio de un paquete lleno de dispositivos electrónicos<br />

que lleva sujeto a la cintura.” (Gershenfeld, 2000: 65). <strong>La</strong> pregunta: ¿para qué querría<br />

uno ver lo que ve normalmente pero mediado por una pantalla? <strong>La</strong> cuestión: a través de la<br />

pantalla no se ve lo que vemos en la vida diaria sino lo que se conoce como realidad aumentada.<br />

Este concepto implica aumentar la capacidad de nuestros sentidos mediante la información<br />

que tenemos sobre el contexto:<br />

Como su mundo es visualizado y grabado por un ordenador, Steve puede percibir<br />

más de lo que le permiten sus sentidos. Su memoria aumenta gracias a los<br />

datos acumulados en su sistema. Al guardar y analizar lo que escribe, ve y oye,<br />

el ordenador puede ayudarle a recordar cuándo vio a tal persona por última vez,<br />

de qué hablaron y qué sabe de ella. O, si está arreglando una de sus radios de<br />

aficionado, puede ver un diagrama de circuitos al mismo tiempo que ve una tarjeta<br />

de circuitos. (Gershenfeld, 2000: 65)<br />

Uno de los usos conocidos de las gafas de realidad aumentada es el de la industria aeronáutica.<br />

El manual de un avión de pasajeros es inimaginablemente enorme, pero, puede almacenarse<br />

digitalmente en muy poco espacio físico. Esta información proyectada sobre las pantallas<br />

de unas gafas de realidad aumentada puede ser increíblemente útil. Supongamos que estamos<br />

trabajando en el cableado <strong>del</strong> avión (un avión puede tener cientos de kilómetros de cables)<br />

y debemos conectar unas terminales que unen un sector con el siguiente. Para ello tenemos<br />

que identificar los dos extremos correctos entre cientos y ensamblarlos. Si tenemos colocadas<br />

las gafas con el manual cargado en su memoria y con un software desarrollado para tal<br />

aplicación, encontrar esos extremos puede ser mucho más sencillo que hacerlo sin ellas. El<br />

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