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Descubriendo el desarrollo de<br />
los niños y las niñas en la primera infancia<br />
cuando los niños empiezan a ‘decir cosas’<br />
se tiene una mayor certeza de la dimensión<br />
comunicativa, que proviene de los<br />
propios deseos, de las razones que tienen<br />
para formularlos.<br />
Un poco antes de cumplir los dos años<br />
aprenden a nombrarse YO. Junto al período<br />
de la oposición y la conquista de la<br />
autonomía, el juego de turnos o de la mirada<br />
conjunta desaparecen y empiezan a<br />
ser reemplazados por la tercera persona<br />
del singular YO o MI utilizados para designarse<br />
a sí mismo. El YO, en medio de<br />
tantos seres que hay en el mundo, define<br />
su individualidad, pero exige de los otros.<br />
Frente a los otros es YO, pero simultáneamente<br />
cuando los otros hablan con él lo denominan<br />
TU. No menos importante es que el niño puede ser<br />
YO y puede ser TU al mismo tiempo, sólo depende<br />
de sus posiciones con respecto al otro.<br />
En ese proceso de aparición de las primeras palabras<br />
y del YO, el descubrimiento del nombre propio,<br />
es igualmente importante. Antes de saber hablar,<br />
los niños descubren que a ellos se les identifica con<br />
un nombre. Ese nombre no sólo los identifica y los<br />
distingue de otros, sino que un sentimiento muy<br />
fuerte de identidad acompaña la conciencia de tener<br />
un nombre. Éste significa un sitio único asegurado<br />
en el mundo de los otros y ese descubrimiento<br />
forma parte del conjunto de ‘poder hacer’.<br />
Es importante mencionar que la formación de los<br />
símbolos y el acceso al mundo representacional,<br />
donde los niños empiezan a usar las palabras para<br />
nombrar las cosas, para expresar sus características,<br />
para contarlas y a usar diferentes sistemas notacionales<br />
para comunicar esos nombres, esas cantidades,<br />
y todas esas particularidades de los objetos,<br />
tiene una enorme trascendencia en las expresiones<br />
artísticas de los niños. Esta inclusión se hace más<br />
pertinente porque precisamente el período de los<br />
dos a los cinco años es muy sensible y es conoci-<br />
do como una ‘etapa literal’ 26 . Justamente, los niños<br />
logran funcionar con toda la gama de símbolos de<br />
su cultura.<br />
Competencias como<br />
la de autonombrarse<br />
> Autonombrarse con el YO implica una competencia<br />
que muestra la capacidad lingüística<br />
y cognitiva de ser simultáneamente actor y<br />
observador, se nombra a sí mismo y toma<br />
posición respecto a su ‘hacer’.<br />
> Cuando el niño se nombra YO lo hace en relación<br />
a quien le habla, que lo trata de TÚ, por<br />
eso se dice que el YO no existe sin el TÚ.<br />
> La conciencia de que tiene un nombre propio<br />
permite fortalecer su identidad y sentir una<br />
individualidad segura en un mundo social.<br />
> Ser actor y observador son estados que<br />
permiten un desdoblamiento en el cual el<br />
niño al mismo tiempo que piensa y habla<br />
sobre sí mismo, puede expresar sus deseos y<br />
sentimientos y reconocer los mismos estados<br />
mentales en los demás.<br />
26. Gardner, H. (1993). Arte Mente y Cerebro. Paidós:<br />
Barcelona<br />
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