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Desarrollo infantil y competencias<br />
en la Primera Infancia<br />
La atribución de una intención en el hermano puede<br />
ser más propiciatoria, más espontánea que las<br />
inferencias sobre relaciones en el mundo de los objetos,<br />
porque la presión que las relaciones sociales<br />
juegan en el mundo en que vivimos es muy grande.<br />
Un magnífico ejemplo de la manera como el niño<br />
construye hipótesis, se puede tener en el seguimiento<br />
de la comprensión y utilización de objetos<br />
como los engranajes.<br />
Éstos resumen buena parte de la evolución del conocimiento<br />
en la historia de la humanidad lo que<br />
justifica incluir su comprensión para que los niños<br />
jueguen con ellos en este período de edad. Los juegos<br />
con engranajes permiten responder a preguntas<br />
como: ¿Cuáles son las herramientas mentales involucradas<br />
en la comprensión del funcionamiento de<br />
los engranajes? ¿Cómo comprenden y ‘descubren’<br />
los niños y con ellos los agentes educativos, el mecanismo<br />
que hace funcionar el engranaje? ¿Cuáles<br />
son los supuestos que se formulan sobre este funcionamiento?<br />
En efecto cuando la niña o el niño descubren que<br />
los dientes de dos engranajes o ruedas dentadas<br />
encajan y descubren que este entrelazamiento o<br />
trabazón genera el movimiento, es porque han integrado<br />
evidencia que les permite establecer esas<br />
relaciones de interacción entre los elementos que<br />
componen los engranajes y han incorporado diferentes<br />
medios y restricciones para entenderlos<br />
como mecanismos que generan fuerza y movimiento.<br />
Un factor que no es desdeñable y marca estas<br />
orientaciones, es la naturaleza discursiva de muchas<br />
de estas inferencias.<br />
Comprender y producir lenguaje escrito<br />
Existe un buen número de ‘saberes’ de los niños,<br />
ligado con la lectura y la escritura, mucho antes de<br />
entrar en la escolaridad formal. Desde muy pequeños<br />
los niños imitan muchos comportamientos de<br />
los adultos y con ellos establecen algunas rutinas<br />
que los relacionan con el mundo de la lectura, la<br />
escritura y en general, con el de los <strong>libro</strong>s. Por ejemplo,<br />
la forma de coger un <strong>libro</strong>, de pasar las páginas,<br />
de seguir los textos en la dirección izquierda-derecha,<br />
de hacer como si leyeran en voz alta, indican<br />
que comprenden lo que constituye un acto de lectura.<br />
Estas conductas “imitativas” son consideradas<br />
“graciosas” y no siempre se comprende que con<br />
ellas los niños dan muestra de lo mucho que saben.<br />
Además de los ‘saberes’ ya mencionados, desde<br />
muy temprano los niños saben cuáles son los objetos<br />
donde se leen las palabras y diferencian entre<br />
los garabatos y los dibujos para representar las palabras,<br />
entre otros conocimientos. En realidad bastante<br />
antes de entrar a transición y a la escolaridad<br />
formal, ‘saben’ cuáles botellas y avisos dicen COCA-<br />
COLA, cuáles son chocolatinas JET, y distinguen<br />
si son números o letras, es más, distinguen entre<br />
un texto en español (o por lo menos en el alfabeto<br />
occidental) u otro alfabeto como el chino o el árabe.<br />
Ellos entienden que hay unos textos escritos en un<br />
idioma que pueden entender porque les es familiar<br />
y otros que no reconocen.<br />
Un sencillo juego puede revelarnos que los niños<br />
‘saben’ para qué sirve la escritura y tienen conciencia<br />
de la necesidad de aprender a escribir. El juego<br />
en cuestión consiste en pedirle a varios niños entre<br />
los tres y cinco años, hacer una lista de las cosas<br />
que necesitan comprar en la tienda 50 para hacer<br />
‘unas comiditas’. Ellos no saben escribir, pero pueden<br />
‘garabatear’ los elementos que quieren com-<br />
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