EDUCACION - bibliotecas morelos
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u u u u u u u u u a a u u a a 1<br />
33p<br />
Ln Rcrrolución francesa ya reconoció los »Derechos del en la<br />
Lcy del 1624 de agosto de 1790 y en los Decretos del 28 de agosto de 1792<br />
v í de febrero de 1793. Tales derechos, sirr embargo, no penetran dentro de<br />
la institución escolar hasta los últimos decenios del siglo xrx. Se produce<br />
entonces un real vuelco en in concepción educativa; el niño pasa a ser el<br />
centro de interes de la labor educadora. Ha estallado una revolución: el<br />
niño deja de estar cit función del saber para erigirse en centro en torno al<br />
cual giran el saber s la escuela- Ahora bien, dentro de un mismo Estado<br />
resulta fácil descubrir diversos tipos de educandos; se faltaría al respeto<br />
a los mismos si se pretendiera uniformar teleológieamente la educación<br />
dentro del mismo Y_stado_ Los niños o sus indiscutibles representantes tienen<br />
derecho a elegir los contenidos últimos de su educación, no pudiéndose<br />
cticamente imponer ningún provecto educativo macroa n tropo lógico desde<br />
el dominio político estatal.<br />
plasta en el mismo plano de lo fáctico se abre camino en Estados tan<br />
centralizados corno Francia el proceso que conduce al pluralismo en la escuela,<br />
phrralistno que se enfrenta con el viejo modelo de escuela única<br />
-vicio únicamente en los paises que no viven cn dictadura; en éstos, en<br />
cambio, la escuela única es el modelo exclusivo- Las universidades de la<br />
Europa occidental :-ecla:Han cada vez con mayor insistencia las máximas<br />
libertades en la expresión de. toda clase de ideas Más todavía; como sucede<br />
en Cataluña, dentro del Estado español, se exijo autonomía para universidades<br />
y para la docencia Cu general, con lo cual se rompe con el mito de<br />
la escuela única que salvará la nación única e indivisible<br />
Socratísmo frente a sofismo<br />
La ruptura de la ,educación única» en provecho de ur(a «educación pluralista»<br />
que reconozca la variedad de concepciones antropológicas y hasta<br />
ontológicas no está exenta de riesgos. No es el menor de ellos el que cada<br />
Grupo social divinice su opción metafísica y axiológica calificando de verdad<br />
absoluta lo que tendría que ser exclusivamente elección temblorosa de un<br />
modelo humano al que configurar a los educandos. Dando saltos excesivos<br />
se pasa con frecuencia de la verdad única, para toda la ciudadanía, a que<br />
cada cual posee la verdad -aunque a todas luces sólo sea la suya= por el<br />
Hiero hecho de ponerle sinceridad y emoción al asunto defendido. De esta<br />
^uísa se confiere mágicamente objetividad a lo que tan sólo es subjetivismo<br />
de elevada temperatura psíquica. Cuando esto se produce se fabrican ideologías<br />
fervorosas que dan apariencia de objetividad a lo que no pasa de<br />
ser ocurrencia personal. Cuando sucede tal cosa va no vale el decir algo,<br />
sino el escueto decir; dejan de interesar los contenidos del habla prestando<br />
exclusivamente atención el hecho de que se habla- Una sola condición -for-<br />
n^'-t.^'u s,, G.: Lo pac.'¢gogic z:: zl 11 glo xx, 1 3d. Naccea, Madrid, 1977, pág. 107.<br />
rrt-osor t ts uy-' cn t-uucresóu<br />
mal, por cierto- se pone en tal circunstancia: que el hablan le se compro.<br />
neta en lo que dice de tal forma que esté dispuesto a llegar hasta las últimas<br />
consecuencias prá.xicas de su discurso.<br />
Este problema, o superficialidad, se hizo ya presente (le alguna forma<br />
en la Grecia clásica. Los soplroí presocráticos -sophós significó diestro, hábil,<br />
competente, entendido en algo; más tarde ya designó sabio f'}- se autocalificaron<br />
de sabios, eran los poseedores de la sabiduría Eran sabios porque<br />
se decían sabios, porque lo aparentaban, porque querían mostrarse como sabios.<br />
Lo sabían todo; afirmaban saberlo todo. Los «sophoh^ eran omniscientes<br />
por autodecreto, porque arrollaban a los conciudadanos eec su palabra<br />
ría. No alcanzando la Verdad, denominaron verdad la simple apariencia d<br />
la misma. Fueron diestros en la dialéctica y en retórica o habilidad de argumentar<br />
y de convencer. Podían probar primero lo que negaban a continuación;<br />
verdad y falsedad se metamorfoseaban fácilmente co sus hábiles discursos.<br />
El círculo socrático hizo frente a esta desfachatez antilóz-ica. Sócrates<br />
renunció a llamarse sabio (sophos), adoptando el humilde vocablo de filósofo-<br />
Philos significó propio, perteneciente a y, por tanto, amigo. El «filósofo» era<br />
un amigo o pretendiente a la sabiduría. Estaba tan ligado a la dota -a las<br />
opiniones frente al saber seguro- como el resto de los ciudadanos; su originalidad<br />
residía en hacerse cargo de la fragilidad de su saber esquivando<br />
el engreimiento, cosa que los demás ciudadanos no hacían. Todos los hombres<br />
son ignorantes, clamaba Sócrates; el filósofo, con ser también i g norante,<br />
es el más sabido porque sabe que es ignorante. De esta guisa, mientras<br />
los demás andaban poseídos por dos ignorancias, al filósofo sólo le quedaba<br />
una. El «conócete a ti mismo» -gnoti seoton- de Sócrates servía para librarse<br />
de una de las dos ignorancias, aquella que no discierne catre 'lo que<br />
es» y «lo que quiero yo que sea». Lo que conozco no coincide con lo que<br />
quiero conocer, dejó sentado el círculo humano que se formó en torno a<br />
Sócrates. Tan elemental saber no lo alcanzaron los sofistas o csoplioí». La<br />
ignorancia filosófica reside en no saber la realidad de algo; la doble ignorancia<br />
sofística consiste además en no saber que no se sabe dicha realidad de<br />
algo.<br />
Sofistas<br />
(dos ignorancias)<br />
f<br />
1<br />
Sócrates<br />
luna ignorancia)<br />
instalación en las apariencias búsqueda de la verdad<br />
(') Mettrtsaz Misto;, P _ Historio de la Filosofía, Tomo 1. Ed Istmo. Madrid. 1973.<br />
pág. 27.