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EDUCACION - bibliotecas morelos

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si u u u u tU U<br />

44<br />

OCTAVI I^ULLAT<br />

naturaleza, puede hablarse en este campo de, por ejemplo, «economía<br />

la<br />

marxista' y de economía capitalista», de «psicología eonductista» y de «psicología<br />

genetista». No es pertinente, en cambio, referirse a «física marxista»<br />

y a «física capitalista», o a «matemática marxista» y a «matemática burguesa».<br />

Los elementos subjetivos -ideológicos o no- cobran desmesurada<br />

i mportancia en las investigaciones humanas aun reconociendo que, en parte<br />

-en parte tan sólo-, conservan su estatuto de ciencias empíricas.<br />

El grado de neutralidad de estas ciencias es muy inferior al que se da<br />

tanto en las ciencias lógico-matemáticas como en las ciencias naturales. La<br />

actitud dogmática -nada crítica- del investigador en historia o en sociología<br />

o en ..., aumenta considerablemente la subjetividad y, por, consiguien.<br />

te, la no uniformidad de quienes son considerados especialistas , en tales discililinás<br />

. Acontece que muchos problemas de las ; ciencias humanas carecen<br />

de pivlbbaadecuada y cónvinéenteque arrastre el asentimiento de todos<br />

éhtendidos<br />

'Úáao que los aspectos positivos de estos saberes han aparecido ya en<br />

el apartado anterior cuando se ha Matado de las ciencias empíricas, aun<br />

referidas a la naturaleza , no insistimos más aquí.<br />

Queda, no obstante, una inesquivable referencia a la dialéctica. Precisamente<br />

en las ciencias humanas -particularmente en la historia- es donde<br />

goza de mayor prestigio. La historia de las ideas así como la de las instituciones<br />

no puede entenderse adecuadamente si se prescinde completamente<br />

de la historia de la praxis social o de la producción. En esto Marx y<br />

Engels introdujeron referencias indiscutibles. Los pensamientos de la humanidad<br />

se han desarrollado según un esquema dialéctico; parece tratarse<br />

de algo corroborado empíricamente.<br />

Los saberes no-científicos<br />

Afirmamos saber muchas cosas que no podemos probar. Así, alguien ase-<br />

,gura que los cuadros de Miró son mejores que los de Velázquez, o bien que<br />

)u república es una forma de gobierno más buena que la monarquía, o que<br />

somos inmortales, o que Dios es infinito, o que torturar a los semejantes<br />

es siempre malo, o que el mundo está compuesto de materia y forma. Soltamos<br />

cada día un sinnúmero de frases que no pueden probarse, ni con pruebas<br />

lógico-matemáticas ni tampoco con pruebas empíricas. La filosofía es<br />

uno de estos tipos de saber no-científico. Hablaremos de este saber en cl<br />

próximo tema. Aquí nos limitamos a describir de forma general los restantes<br />

saberes no-científicos. Cada vez más, de todas formas, dibujamos las<br />

fronteras de la filosofía y, por consiguiente, las de la filosofía de la educación,<br />

El sentido de la existencia no es tema científico. Unos serán, sobre el<br />

particular, materialistas y otros espiritualistas, pero ni unos ni otros pueden<br />

proporcionar pruebas de sus particulares perspectivas.<br />

Resulta difícil dar con alguien que no posea, o ande poseído por creenlas<br />

sobre lo que está bien o lo que está mal en las conductas humanas:<br />

subte el mentir, el ayudar a otros, el matar... Prácticamente no hay nadie<br />

cin opiniones morales. La divergencia aparece cuando se trata de determi-<br />

111111aaaa<br />

FILOSOFfAS DE LA EDUCAcióN<br />

nar qué conductas hay que aprobar y qué conductas hay que condenar. Tacbien<br />

se da discordia sobre por qué hay que aprobarlas o rechazarlas. No han<br />

acuerdo ni sobre el qué moral ni sobre su por qué. De entrada el desacuerdo<br />

proviene de no tener a mano pruebas con que salirse del atolladero. Aqr<br />

no valen ni la deducción lógico-matemática ni las verificaciones fáctic.as.<br />

Ha habido teóricos que han pretendido probar esta clase de ;uicios, per;<br />

no han alcanzado mucho éxito. En dos direcciones se han movido los argu<br />

mentos más interesantes. Una dirección ha intentado deducir los enunciad,,; Dj<br />

morales a partir de los enunciados científicos, por ejemplo de la neurología.<br />

Otra dirección ha creído correcto hablar de intuiciones directas de los v2w?'<br />

lores. Así como vemos que la naranja es esférica, así también .percfbi n *..j<br />

que matar es malo.<br />

Ya Hume(t°) había refutado la primera,. de las argumentaciones subí<br />

yando cómo se transita incorrectamente desde el es o del no es -propio 1<br />

las proposiciones científicas- al debe o no debe -característico de los entirlciados<br />

morales.<br />

Los intuicionistas han querido probar la objetividad de los calores coma<br />

si de objetos sensibles se tratara. «El bien es tan visible como el color vede»,<br />

ha dicho John Donne. Pero sucede que así como nos ponemos de acuerdo<br />

fácilmente sobre qué es verde, jamás alcanzamos acuerdo sobre cué e<br />

el bien o qué es lo bueno. EL acuerdo existirá en torno a si La ley ce tu.<br />

Estado permite, o no, el divorcio; en la cantidad de divorcios c'_e hay cada<br />

año; en que los hijos de los divorciados acusan psicológicamente. o co, ta<br />

separación de los padres...; pero el acuerdo es prácticamente imr'asibLsobre<br />

si el divorcio es bueno o malo moralmente. No existen zrueb a_ coi,<br />

tundentes que puedan dar la razón a unos y negársela a los otros.<br />

Enunciados<br />

1<br />

descriptivos le. g. 'Pedro es calvo.)<br />

(científicos)<br />

no-descriptivos<br />

(no-científicos)<br />

prescriptivos lea g. 'Ama al prcjimo•<br />

evaluativos (e. g. •Eulalia es beta.)<br />

Entre «Pedro es calvo» y «Ama al prójimo» existen hasta diferencias<br />

sintácticas. El primer enunciado puede someterse a prueba; respecto al se<br />

gundo, en cambio, no se tiene idea clara de qué tipo de prue=as podrías.<br />

validarlo o invalidarlo.<br />

('°) HuME, D.: Tratado de fa na t urateta humana , Ed. Aguilar. Madrid, Ubro CI. par<br />

te 1, sección I.

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