EDUCACION - bibliotecas morelos
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290 Oci Avi 17 ULI.Ai<br />
dad: creer que el mal proviene de los padres y de los «bulldozers»; pero<br />
l os hechos son los hechos. Diríamos que nos encontramos frente a movimientos<br />
escatológicos y no históricas; tal parece ser un signo ele los procesos<br />
ana;quizantes.<br />
El mayo francés del 68 también se coloca en esta línea con su grito ingenuo;<br />
«¡Viva la Revoluciónl». Tan tranquilamente y de una vez por todas,<br />
uno imagina poder poner de acuerdo los ideales políticos y las exigencias<br />
ele la atec;ividad. Querían reconciliar cuerpo y espiritu, teoría y cotidianidad,<br />
revolución y ventura individual; querían substituir el egoísmo bárbaro<br />
por una ternura compartida, creando zonas liberadas cada día más<br />
amplias. lin pocas palabras: intentaban no morirse de hastio en un Occidente<br />
Cu el que ya no es fácil morirse de hambre. Pero la libertad individual<br />
no puede. alcanzarse plenamente sin la liberación (le todo el proletariado;<br />
ele otra suerte, jamás se supera el tajo que separa lo individual de lo colect<br />
u,O.<br />
El segundo peligro de los mes la ni sin os presentes causa todavía mucho<br />
más pavor: se trata de la irans!O1-nmción totalitaria del in u ndo. Saltamos<br />
al lado opuesto en lo referente a la eficacia --aquí se obtiene lo que uno<br />
quiere-, perci i endo, empero, el humanismo que vertebraba los movimient<br />
os ineficaces anteriores.<br />
No es cuestión de hacer un estudio de los diferentes mesianismos totalitarios<br />
que amenazan o que ya destruyen nuestro mundo; tan sólo será necesario<br />
apuntar algunas referencias.<br />
Parece ser que el pensador marxista Jürgen Habermas, más o menos<br />
vinculado a la Escuela de Frankfurt -Adorno, Horkheimer_. un buen<br />
día, molesto con la contestación izquierdista de unos estudiantes, la condenó<br />
calificándola de: «fascismo de izquierdas». Sin lugar a dudas es posible<br />
discutir si determinados movimientos ultraizquierdistas no pueden colocarse<br />
entre los totalitarismos; de todas formas, es más práctico comprenderlos<br />
entre los grupos de tendencia mística. Por el contrario, la postura de Korsch<br />
ante la segunda guerra mundial nos ayuda para este análisis; Korsch subraya<br />
el totalitarismo que en distintas modalidades es común al nazismo, a<br />
las democracias occidentales y al sovictismo. Con el fin de ahorrar incomprensiones,<br />
hay que advertir que el lado totalitario lo descubre, este autor<br />
marxista, en las diversas formas como cada uno de los tres sistemas políticos<br />
mencionados concentra el poder estatal en contra del movimiento obrero<br />
objetivamente aplastado. En la época de los socialistas utópicos era ha-<br />
bitual distinguir las revoluciones para el poder y las revoluciones para la<br />
libertad; pero ya hace tiempo que tales disquisiciones han quedado sepultadas<br />
y actualmente la toma del poder viene siempre defendida en nombre<br />
de la libertad, Los sarcasmos de este tipo explican, en parte, la acrimonia<br />
de Karl Korsch.<br />
Menos mal que nadie duda que el nazismo y otras concreciones del totalitarismo<br />
de derechas -por ejemplo el fascismo- constituyen mesianismos<br />
que predican un mundo con falta de libertad, tanto objetiva como formal.<br />
En lo tocante a las democracias occidentales -según los modelos de<br />
Korsh ya citados no se encontrarían aquí los actuales sistemas esandinavos-,<br />
el tema es mucho más discutido. Se llega a aceptar entre los estudiosos<br />
que en estas democracias hay más libertad formal que no real y objetiva.<br />
El punto en que la discusión es realmente más calurosa, incluso en el<br />
FILOSOFÍAS DE LA EDUCACIÓN 291<br />
plano teórico y entre los mismos marxistas, es en lo referente al comunismo<br />
de modelo soviético, al cual se oponen los modelos yugoslavo, chino,<br />
checoslovaco de Dubeck y el cubano de la primera epoca.<br />
Afrontaremos el posible mesianismo totalitario que encarna el marxismo<br />
histórico soviética me nte ortodoxo, puesto que todavía alimenta no Lxr<br />
cas esperanzas soteriológicas en nuestros tiempos.<br />
En cuanto los acontecimientos históricos pierden la categor¡a de acc-i.<br />
tecimientos y se convierten en meros «hechos científicos» aumenta el pc:i<br />
gro totalitario. Stalin poseía la «ciencia de la historia» y la «ciencia de la<br />
política»; ya que los hechos no siempre resultaban lo suficiente claree e<br />
irrefutables a favor suyo, se «corregía» la realidad en nombre de la «ciencia».<br />
Esta actitud de los mejores tiempos de la Inquisición define precisamente<br />
el stalinismo. Algunos historiadores comunistas -así Elleinsteinse<br />
han esforzado en explicar el «mesianismo stalin¡ano»: el pueblo vivía aún<br />
en la Edad Medieval; se debía oponer el terror rojo al terror blanco a partir<br />
de 1918; al no existir el proletariado, la «dictadura del proletariado, la<br />
ejerció el Partido Comunista; se trataba de un país sin ningún tipo de tradición<br />
democrática que fácilmente reconstituyó el Estado zarista en el seno<br />
del Estado soviético, Ante este contexto se comprende, por ejemplo, eec<br />
Lenin disolviera la Asamblea Constituyente de 1918, la única que ha sido<br />
realmente elegida por sufragia universal en la Unión Soviética.<br />
En 1936 cuando el trotskista Víctor Serge llega a Bruselas, huyendo de<br />
Rusia, escribe: «He dejado atrás gran cantidad de militantes perseguidos<br />
i mplacablemente por el único crimen de pensar».<br />
En una noche, 1917, el viejo régimen ruso cric. Lenin había previsto en<br />
teoría -El Estado y la Revolución- la debilitación progresiva de la máquina<br />
del Estado; pero no se aborda esta cuestión después de la toma del<br />
poder. Los «soviets» no son lo suficientemente fuertes y el partido leninista<br />
-los bolcheviques que se han infiltrado entre los «soviets», que se han metido<br />
en la administración y en los sindicatos- es el que de hecho gobierna<br />
a instancias del Comité Central del Partido. Los órganos elegidos por los<br />
trabajadores -los «soviets», por ejemplo- se convierten rápidamente en<br />
si mples instrumentos para poner en práctica el programa del Partido. El<br />
país -administración, escuelas, policía, ejército, tribunales, sindicatos,..cada<br />
vez está más gobernado por el Partido y éste, a su vez, por el Comité<br />
Central. En tales circunstar4as resulta harto difícil hablar de libertad.<br />
Lenin vivió toda su vida parada Revolución; ahora bien, la felicidad de los<br />
hombres no es la consecuencia mecánica del hecho revolucionario.<br />
En Occidente vamos tomando conciencia que nos encontramos ante un<br />
mundo que expira. Quizá lo más peligroso de esta situación resida en la<br />
dificultad que experimentamos de imaginar otro mundo que no sea el multado<br />
de la pura fabulación o de la emotividad ciega. En tal trampa caen<br />
cuantos buscan paraísos más allá de las posibilidades reales de la sociedad<br />
presente. Por falta de imaginación y por asco ante las instancias actvaes,<br />
otros se abrazan a los mesianismos totalitarios de derechas o de izquierdas<br />
o disimulados. Una postura más humilde sería: dado que no es posible llevar<br />
a buen término la tarea de la Utopía lu mana, conviene trabajar ea la<br />
destrucción de los dogmatismos } de las seguridades, intentando disimular<br />
este par de calamidades bajo capa científica.<br />
El hombre, ser natural y cultural a la vez, es una faena y jamás el re-