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EDUCACION - bibliotecas morelos

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192 OCTAVt F(ILLAT<br />

No diseuLmos que el hecho cultural responde a las necesidades del honvbre<br />

como ha subrayado Malinowshi con ,u concepción funcionalista. Ciertamente,<br />

mediante la cultura los hombres satisfacemos nuestras más elementales<br />

necesidades, or ganizándrnuls al propio tiempo -origen de las instituciones-<br />

para mejor cumplir con tal cometido- Lo que añadimos aquí es que<br />

las concretas culturas no reciben total explicación en SUS detalles como no<br />

se las entiende desde la confrontación dinámica que vertchra la existencia<br />

de cada uno ele los elementos- liegel peco por reducir el proceso cultural a<br />

la dialéctica interna ele éste prescindiendo de su base material; tratamos de<br />

no caer en el extremo opuesto, que consistiría en- explicar la totalidad del<br />

fenómeno cultural desde su exterior, despreciando la «agonía» que configura<br />

su interioridad.<br />

Son pocas las ciencias, por ejemplo, existentes que disfruten de su perfil<br />

marcado cinc circunscriba el ámbito de su especificidad. No se sabe con<br />

exactitud dende coro ienza c dónde termina cada una de las ciencias porque,<br />

se ignora de grill balan, cs triclamcn te hablando. Esta falta de objeto<br />

propio de muchísimas ciencias denuncia su inevitable mutua influencia. Lo<br />

que diga atta ciencia depende de lo que sostengan otras. Las ciencias parten<br />

clertumea te de ur. ldositum, de un algo que está ahí; varias ciencias adoptan<br />

para sus análisis el mismo objeto, de aquí una nueva causa de imbricación<br />

inesauivable.<br />

P.instein le comer taba a Xavier Lubiri: «Con solo números no hay ciencia-<br />

Le es precisa una cierta re/igiosiriact. Sin una especie de entusiasmo religioso<br />

por los conceptos científicos, no hay ciencia»(°). Apuntaba a que la<br />

praxis prucíuctora de noeiones científicas se halla fogosamente condicionada<br />

por otros elementos no-científicos de la cultura.<br />

Aunque perdiendo el aspecto dinámico, el estructuralismo ha insistido<br />

en que únicamente la red de relaciones constituyentes de un todo cultural<br />

hacen inteligible a este todo. Piaget lo describe así; «Además de la historia<br />

hay el «sistema»; tal sistema consiste esencialmente en leyes de equilibrio<br />

que repercuten en sus elementos y que, en cada momento de la historia,-dependen<br />

de la sincronía» (9). Marzoa en su Historia de la Filosofía ofrece esta<br />

presentación del pensamiento estructuralista: «El modelo ha de ser una estructura;<br />

es decir, ha de ser de tal índole que cada elemento se defina ex-<br />

P11 sus dependencias con respecto a los demás» (10). Una cultura,<br />

pues, también viene producida, aunque no en exclusiva según creemos,<br />

por las fuerzas cae se establecen entre sus elementos. En su práctica estructuralista<br />

e'xpoue así Michel Foueault su visión: «Mi problema ha sido<br />

demostrar ele que manera las significaciones vividas de modo inmediato en<br />

tira sociedad representaban condiciones suficientes para la constitución de<br />

un objeto cien tiltar_- Se trataba de la interrupción entre sentido y objeto<br />

cientiGco, es decir. cle as condiciones formales para la aparición de un ob-<br />

l.oiiei. C<br />

F15cec<br />

',1 vvn, 1 .51<br />

I dite rn Aác, o nal, :A4od: - pág. 275<br />

)iiRuo-Ta u. óurcdona , 1971. pass 88-54<br />

l-llo solir., liid. Isnno. ,Madrid. I9'? 1 n,no It. pJr 482-<br />

FILOSOFIAS Dc LA FDUCACróN<br />

jeto en un contexto de sentido» (11). Quizá sea más explícito todavía, el r:_-rijo<br />

autor, en el siguiente texto sacado de Las palabras y las cosas,; enfr,a<br />

así una cultura: «Los códigos fundamentales de una cultura -ios que ri<br />

su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus va,.<br />

res, la jerarquía de sus prácticas- fijan de antemano para caca hombre ese<br />

ordenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los c--<br />

se reconocerá» (u). -<br />

Si la concepción heliocéntrica del astrónomo Aristarco de Sarnos<br />

glo tu a C.- no triunfó en su tiempo y tuvo que aguardarse a llegada<br />

Copérnico -1473-1543-, no se debió a la lucha de clases si,,,s al cante;<br />

cultural de Grecia. Thomas S. Kuhn liama pe radigrnas a modcios traniicie-a:<br />

les científicos que se explican desde un conjunto de presupues;ss que ha: e:<br />

coheren te el modelo por cierto lapso de tiempo; la astronc-reía otolra_<br />

ca y la dinámica newtoniana serían dos «paradigmas». Un pradigr ;a ese:<br />

tífico lleva vida aparte hasta tal punto, escribe, que «puede incluso aitaa<br />

la comunidad de problemas importantes desde el punto de vista social»<br />

El segundo condicionante de cultura, dentro de lo condicionado wra:.<br />

es, como hemos escrito más arriba, la misma historia de la ralturs. A_ n<br />

matemática, ni la física, ni el derecho, ni la pedagogía, etc., actuales re-]-.:cabal<br />

explicación desconectadas de sus propias historias y de la historia-sena<br />

de estas historias parceladas. La historia de la cultura constituye ur, ace-e<br />

que tiene substancia propia, más allá de la historia social. No negarnos --e<br />

esté condicionada por esta última; sólo sostenemos que se independiza _,<br />

parte, y que en su totalidad -e l lado condicionado de esta historia v el jato<br />

originario- es un condicionante de todo presente cultural.<br />

Se atribuye a San Agustín esta concepción de la Biblia: cSovuc: Te:_mentum<br />

in Vetere latet; Vetus in Novo patet» -«Ei Nuevo Testamento cesa<br />

latente en el Antiguo; el Antiguo está patente en el Nuevo»-- Con asta<br />

inició el físico Schródinger una conferencia en Berlin (I'). Sin acertar<br />

momento la teleología histórica que puede encerrarse en el texto z-tsti_:eno,<br />

sí puede servir de ejemplo de lo que estamos subrayando: no se exp'_u,<br />

por ejemplo, la nueva ética sin la ética antigua.<br />

En el prefacio al libro De Revolutionibus, Copérnico dejó constancia _e<br />

que había heredado una tradición astronómica monstruosa. Atora bien,<br />

que el paradigma científico ptolemaico recibido fallaba ya en de————<br />

puntos, fue posible precisamente el cambio copernicano. La verdad cienoSca<br />

no es aquella patencia, o a-léthia, de que platicaron los grie-os; la versad<br />

es fruto del método méthodos o manera de acercarse in:electealmere<br />

alas cosas. Tal acercamiento o metodología gnoseológica es un proceso `;s-<br />

(") Foeuuer, M'. Nial uch e, Freud, Marx, Ed Ana era roa, Barecto2 1970. pár<br />

(") Eoucrcer, M-: Las peLItr'as y las cosas, Ed Siglo xx,. `léxico, 1+:5, pa_<br />

( ") Ketis, T S'. La ,;cVUCbua de las rer olucim,cs cien FC=_ Atrvm, -<br />

pág. 71.<br />

(") Zumai. X.: Obra cit, pág. 230-

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