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EDUCACION - bibliotecas morelos

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u u LI U u u U L ii u rY JJ a ¡ I ¿1<br />

286<br />

OCTAVI PULLAT<br />

Con esto llegamos al concepto de utopia. De momento no nos referimos<br />

a las diversas utopías que hemos fabricado durante siglos de Historia, sino<br />

a la utopía cano estructura de ser humano. Para Freud, la felicidad no<br />

es un valor cultural ya que no resulta compatible con ta civilización. Esta<br />

perspectiva niega la estructura utópica del hombre; es una visión pesimista.<br />

Muchas rebeldías actuales rechazan prácticamente tal radicalidad freudiana<br />

l o cual ya permite defender la existencia de la Utopía como categoría explicativa<br />

de la peripecia del hombre. Fourier se encuentra a las antípodas de<br />

Freud; según él, la felicidad consiste en poseer muchas pasiones y muchas<br />

maneras de satisfacerlas- Esta defensa de algo previo a la racionalidad, como<br />

substancia más propia del hombre y que forzará hacia la utopía, se nos<br />

nuestra más explicitada en Paul Goodman, el cual defiende que el ser humano<br />

no es indefinidamente maleable, que en su seno radica algo de primigenio<br />

y de irreductible. El hombre cultural, el de la Historia, no se abrazará<br />

con su salvación si queda desvinculado del hombre natural, el prehistórico,<br />

el neolítico.<br />

Desde tal núcleo sagrado humano se entienden las negativas y las contestaciones:<br />

no es tolerable adaptarse a los sistemas establecidos porque<br />

niegan lo que hay de primigenio en el hombre. La utopía encarna la protesta<br />

ante unas circunstancias aplastantes. La fuerza de engendrar la utopía<br />

es a la vez la energía que nos permite convertirnos en «transgresores» de<br />

los desórdenes establecidos. Esta tarea no pertenece a la ciencia, pero explica<br />

la capacidad de protesta que luego alcanzará nivel científico. Los sueños<br />

prefiguran realidades y empujan hacia ellas. A fin de no ir a parar al<br />

desvarío fantasioso y vacuo, todo está en que el sueño guarde relación con<br />

- la realidad social, política y económica. El «Gran Deseo= se actualiza en la<br />

utopía.<br />

La situación de nuestro presente es abusiva, o al menos insuficiente,<br />

y los hombres protestan de ello buscando o proclamando nuevas posibilidades<br />

de existencia venturosa. Ernst Bloch cree que el factor económico no<br />

puede explicar por sí sólo la peripecia humana a lo largo de su devenir histórico;<br />

el determinismo económico es un modelo dogmático de intelección<br />

de los hechos humanos. Además hay que contar con la dimensión utópica<br />

del hombre, con aquella motivación que siempre exige más. Bloch concreta<br />

estas ocurrencias en una frase suficientemente reveladora: =No tenemos<br />

ninguna seguridad; sólo disponemos de la esperanza». Porque esperamos<br />

situaciones mejores, utópicas, nos levantamos y nos ponemos en camino.<br />

La poesía y la religión resultan tan importantes como los análisis infraestructurales<br />

de la sociedad, si queremos comprender la realidad de la Historia.<br />

Bloch lo expresaba así: =sólo un ateo puede ser un buen cristiano y<br />

sólo un cristiano puede ser un buen ateo». El elemento vivo y crítico de la<br />

religión -especialmente los heréticos, como cátaros, albigenses, husitasresulta<br />

tan importante como el análisis marxista.<br />

Ni la Revolución francesa, ni la Comuna de París, ni el Mayo francés<br />

de 1968, ni las protestas juveniles actuales, ni ningún intento de querer<br />

construir un mundo nuevo resultan completamente inteligibles con las únicas<br />

categorías marxistas; es necesario, pues, introducir la utopía como categoría<br />

explicativa. Esta constituye un principio de lucha. Si nos falta esperanza<br />

-y una fuerza tal no depende del terreno científico-, las acciones a<br />

realizar pierden posibilidades. La utopía es revolucionaria; la ciencia, no;<br />

FILOSOFÍAS DE LA EDUCACIÓK 287<br />

ésta es descriptiva. ¿Riesgo de metafísica en tal planteamiento? Con Aranguren<br />

distinguimos entre metafísica sobria -sistema de preguntas sin respuestas<br />

seguras- y metafísica ebria -posesión absoluta de todas las respuestas-;<br />

no podemos descálifiacr el primer significado de metafísica<br />

porque forma parte precisamente de la estructura humana.<br />

Quizá cuando la sociedad se convierte en un infierno debe oponérsele<br />

de inmediato un paraíso; pero, no es esto exactamente lo que poco ha exponíamos,<br />

puesto que nos limitábamos a hablar de la «utopia como estructura»<br />

sin querer defender, ni de lejos, cualquier tipo de formulación utópica.<br />

No sostendríamos, por ejemplo, la crítica de todas las instituciones sociales<br />

que ponen dificultades a la espontaneidad de las pasiones y de los deseos,<br />

tal como propone Fourier en =Le nouveau monde amoureux», en el<br />

que escribe que el matrimonio es un verdadero estupro y una violación manifiesta.<br />

Campanella, el mismo Fourier, Kropotkin, Thomas More, William<br />

Morris, Owen, los sansimonianos..., constituyen una lista de nombres conocidos<br />

por sus concreciones utópicas. No son sus ideas las que acabamos de<br />

defender. Las utopías son una cosa y la Utopía como categoría humana es<br />

otra. Tal vez la edad de oro de la que hablaba Rousseau no se sitúa atrás,<br />

sino que reside en nuestra intimidad. Ahora bien; aquí empiezan los peligros.<br />

El ultraizquierdista Jean-Edern Hallier afirmaba(b): «En el siglo xrx,<br />

los autores utópicos todavía estaban equivocados. Por el contrario, en el xx<br />

son los únicos que pueden tener razón». El riesgo de las utopías en plural<br />

-las cuales son el resultado del asco que nos causa la historia concretaes<br />

lo que conviene valorar. Desde este momento ya no nos referiremos a la<br />

Utopía como categoría humana, sino a los peligros que se esconden bajo<br />

las diversas utopías actuales, las cuales se presentan habitualmente con ropaje<br />

mesiánico.<br />

Deseo y mesianismos<br />

Existe una mística mesiánica que promete candorosamente la dicha,<br />

ésta parece ser una cierta constante histórica que adopta diversas versiones<br />

en el tiempo. Aquí nos desentendemos del pretérito para subrayar exclusivamente<br />

nuestras instancias F#lesentes. La segunda modalidad mesiánica es<br />

la activa, la revolucionaria., Hagamos brevemente una descripción de la<br />

primera.<br />

En lE actualidad se nos ofrecen unos tipos de salvación o redención que<br />

presentan el subjetivismá como denominador común, ofreciendo la ineficacia,<br />

el sentimiento, la anábasis, la fantasía, la técnica psicológica individual,<br />

la exaltación, cl fanatismo, el arte sentimentaloide. Los mesías que personalizan<br />

estas formas superadoras de la calamidad colectiva toman incluso a<br />

veces un vocabulario revolucionario, pero no es más que armazón y pellejo;<br />

detrás de tal fachada no hay tan siquiera ni la intención revolucionaria. Se<br />

(") Le Monde, 1-XI-1974

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