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EDUCACION - bibliotecas morelos

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140<br />

Ocrnvt FuLLAI<br />

uno de cuyos momentos exige el predominio de alguno de estos cuatro moc!elos<br />

autoritarios . Lo inimaginable por ahora es una educación despojada<br />

de alguna que otra modalidad aulorilaria . Los educadores habitualmente<br />

no han dudado de esto, convencidos de que un sor humano se distingue de<br />

un animal seh ático dejemos de niomento los animales domados y los<br />

domesticados- por el hecho ele cu i tar en razón-<br />

E1 tema de la autoridad Cu el proceso educador es complejo , máxime<br />

cuando se lo aborda cn general como estamos haciendo. Más fácil sería el<br />

t iata-niento si se analizara el asuelo por edades y situaciones del educando<br />

-e l , ' al 1 [ primer alto de vida o a los 18 años--; pero no entramos en ello<br />

para no salirnos de la reflexión filosófica - La autoridad del educador se encara,<br />

por ejemplo, con que hay diversos modelos antropológicos a proponer<br />

a sas ahunuos, existen simultáneamente opiniones plurales « doxa » decían<br />

los griegos-- en torno a qué sea el hombre y a que hay que hacer con él -<br />

Y sobre la «dox a » no hay ciencia -« epis séme »- sirio compromiso.<br />

¿Cómo ejercer desde tal panorama la autoridad educativa ?; los demagogos<br />

s ini pl i Oca dores responderán afirmando que hay que respetar siempre<br />

«los intereses , del niño» . Nadie discute tal banalidad . La dificultad , cuando<br />

menos ética, reside en enumerar objetivamente cuáles son dichos intereses.<br />

No nos tiernos salido de las opiniones y del tener que elegir «autoritariamente»<br />

por lo menos durante la edad tierna de los educandos . Otros escurren<br />

el bulto etc la nutorided refugiándose en el amor. Pero no se pone en duda<br />

que el amor del docente es indispensable para el éxito de su tarea; lo que<br />

se discute es que hay que enseñar. El amor es un elemento formal; el qué<br />

es sicmprc un contenido . Dejar, a titulo cie amor, que los educandos determinen<br />

totalmente y siempre el qué y el cómo de su educación es probablemente<br />

la manera como un pedagogo disimula su incompetencia metodológica<br />

o su ignorancia , o ambas cosas a la vez . Ciertas formas que adopta a<br />

veces la au C ogestión escolar , negando la autoridad educante , conduce a<br />

20 años<br />

1 3L-RTAD<br />

0 años t<br />

AUTORIDAD<br />

11<br />

0 t0 20 30 40 50 60 70<br />

1<br />

80 90 100 grados<br />

7.5. , Distinta incidencia de la autoridad según ;a edad<br />

.:dado.<br />

FILOSai'f, s DE LA 000cACtds<br />

dores,<br />

situaciones trágico-cómicas-, creen en ocasiones descubrir, estos<br />

extraordinarias cuando no van más allá de sostener pero---<br />

Indas o, lo que es peor y más frecuente, elementales confusiones sen_n-<br />

ticas.<br />

Ante la cuestión de la presencia de la autoridad en el seno del dinar smo<br />

educativo han aparecido en Europa dos respuestas e.xt remesas: la t_-s<br />

autoritaria y la tesis libertaria. Quizá lo más atinado sea buscar un sierr s<br />

inestable punto medio entre ambas tesis. La existencia del amor en el -so<br />

de la autoridad por parte del educador pudiera suavizar la dureza de<br />

situación. El conflicto surge nuevamente, sin embargo, cuando los educaú'os<br />

rechazan, además, el amor de los educadores constituidos en autoridad,<br />

éstos, los padres, los maestros, los políticos, los artistas o los sacerdeca.<br />

En tal circunstancia ¿qué hacer? Por otro lado, el amor que hace toleraste<br />

el uso de la autoridad es equívoco; no se olvide que todos los tiranos dan<br />

asegurado que les movía el amor a su pueblo.<br />

Si se usa la autoridad durante la educación es, sin embar=_o, para su_r<br />

mirla y para que triunfe de una vez por todas la libertad del educando '..<br />

bertad que no puede confundirse, por cierto, con los efectos de la endx-inología<br />

de éste.<br />

Instituciones y cultura<br />

Las distintas instituciones sociales en que se organiza cada comume-ac<br />

humana llevan a término el proceso de socialización de quienes vi'.e_ en<br />

su interior, particularmente de los más jóvenes que son, por cierto, los rás<br />

maleables. Ahora bien, el proceso socializador es distinto según los un-es<br />

y las épocas. Es cosa sabida que una tribu masai africana realiza la so-alización<br />

de modo diferente a como la practica una familia francesa. no salo<br />

en lo referente a los métodos, teas también y principalmente en lo tocante<br />

a contenidos. La salida del sol entre los masai es una cosa v en Franca es<br />

otra distinta; las reglas de urbanidad también se diversifican, así come las<br />

normal morales- Que una fémina masai enseñe siempre las mamas no eanstituye<br />

mayor tropiezo; que lo haga habitualmente una dama francesa 1-=ará<br />

la atención. Una familia francesa enseña unos concretos contenidos de<br />

conocimiento y de conducta, mientras una tribu masai irxclca otros dtint<br />

os; se hallan sometidos a «culturas» diferentes. Las instigaciones sor los<br />

puentes que relacionan los cerebros de los individuos con la cultura reTectiva,<br />

la cual siempre es una interpretación o hermenéutica tanto del contor-<br />

no físico como del contorno social.<br />

Por cuestiones de método simplificamos el esquema, pero no sdc es<br />

notorio que hay más de una cultura ofrecida, también lo e- que _rup de<br />

educandos protestan tanto de la cultura servida que im-lica el re±:-ze<br />

de las demás- como de las instituciones que la sirven. La -evoltmctor<br />

diantil de mayo do 1968 en Francia ofrece muchos datos so-re el aart<br />

Con todo, y con ánimo de facilitar la comprensión de los mecanismos<br />

cos de la educación como 'estructura, persistimos en la sir._plific ciór. ^ólc<br />

después puede pretenderse un tratamiento pormenorizados<br />

Las instituciones, estando como siempre cesan impregnadas de as..<br />

cultura -la de los grupos dominantes, sea una clase social o un r_ :ide

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