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Volvió a echarse atrás viendo la ironía de la situación. Había asistido al consejo con<br />
intención de defenderse y ahora no se atrevía a articular palabra. Kier Gray estaba<br />
hablando nuevamente.<br />
- En la solución brindada por Jem Lorry no hay nada nuevo. El mismo Samuel Lann<br />
estaba intrigado por los posibles resultados de tal unión y convenció a una de sus nietas<br />
de que se casase con un ser humano. La unión no produjo fruto alguno.<br />
- ¡Quiero hacer la prueba yo mismo! - repitió Jem Lorry obstinadamente -. El problema<br />
es demasiado importante para que dependa de una sola unión.<br />
- Hubo más de una - observó Kier Gray tranquilamente.<br />
- Lo importante del experimento - intervino otro de los presentes secamente -, es que<br />
ofrezca una solución, y no cabe la menor duda de que la raza humana dominaría el<br />
resultado. Somos más de tres billones y medio aproximadamente contra, digamos, cinco<br />
millones, que es, a mi juicio una estimación aproximada del número. Y aunque el<br />
experimento no produjese hijos, conseguiríamos nuestro objeto en el sentido de que<br />
dentro de doscientos años, considerando a una vida normal una duración de ciento<br />
cincuenta años, no quedaría un slan vivo.<br />
Kathleen quedó impresionada al ver que Jem Lorry había ganado su causa. Percibió<br />
vagamente en la superficie de su mente que no trataría más de aquel asunto. Por la<br />
noche mandaría soldados a buscaría y nadie podría decir después que había habido<br />
desacuerdo en el Consejo. Su silencio era consentimiento.<br />
Durante algunos minutos sólo percibió un vago rumor de voces y un barullo de ideas<br />
más vago todavía. Finalmente, una frase se fijó en su cerebro. Haciendo un esfuerzo fijó<br />
su atención en lo que decían. La frase «podríamos exterminarlos de este modo», le hizo<br />
ver hasta dónde habían llegado en el perfeccionamiento de su plan en el espacio de<br />
aquellos breves minutos.<br />
- Vamos a poner en claro la situación - decía Kier Gray animadamente - La introducción<br />
de la idea de adoptar un aparente acuerdo con los slans con el objeto de exterminarlos<br />
parece haber hecho vibrar una cuerda sensible que, al parecer también, elimina de<br />
nuestras mentes toda idea de una verdadera y honrada colaboración basada en, por<br />
ejemplo, una idea de asimilación. Los esquemas de la idea son, en breves palabras, como<br />
siguen: Número uno. Permitirles mezclarse con los seres humanos hasta que cada uno de<br />
ellos haya sido completamente identificado; entonces coger a la mayoría de ellos por<br />
sorpresa y dar caza a los demás en un breve espacio de tiempo. Plan número dos.<br />
Obligar a todos los slans a instalarse en una isla, digamos Hawai, por ejemplo, y una vez<br />
los tengamos allí, rodear la isla con barcos de guerra y aniquilarlos. Plan número tres.<br />
Tratarlos duramente desde el principio; insistir en fotografiarlos y tomar sus huellas<br />
digitales, hacerlos comparecer ante la policía con frecuencia, lo cual ofrecería un<br />
elemento de legalidad y rectitud. Esta tercera idea puede ser del agrado de los slans<br />
porque, si se lleva a cabo durante un cierto período de tiempo, puede parecer una<br />
salvaguardia a todos menos a un corto numero de ellos que se presentaran a la policía un<br />
día determinado. Lo estricto de la medida tendrá además el valor psicológico de hacerles<br />
sentir que somos severos y meticulosos, y tranquilizará gradualmente y paradójicamente,<br />
su estado de espíritu.<br />
La voz fría siguió perorando, pero todo aquello tenia en cierto modo un sentido de<br />
irrealidad. Era imposible que siete hombres estuviesen allí discutiendo la traición y el<br />
asesinato en vasta escala..., siete hombres que decidían en nombre de toda la raza<br />
humana un punto que estaba más allá de la vida y de la muerte.<br />
- ¡Qué locos estáis! - dijo Kathleen con saña -. ¿Os imagináis por un solo instante que<br />
los slans se dejarán engañar por vuestras burdas patrañas? Los slans podemos leer el<br />
pensamiento y además, todo es tan transparente y ridículo, y cada uno de vuestros planes<br />
tan infantil y claro, que me pregunto cómo he podido creer a ninguno de vosotros<br />
inteligente y astuto.