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Van Vogt, Alfred. E - Slan.pdf

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Conocía la teoría de lo que habían realizado los cirujanos slans enemigos. El cuerpo<br />

estaba enteramente desconectado de todo contacto nervioso con el cerebro por un simple<br />

sistema de corto circuito. El cerebro, conservado vivo por rápidos rayos generadores de<br />

tejido, había sido dividido en veintisiete secciones; y de esta forma simplificado, la enorme<br />

cantidad de reparaciones habían podido ser llevadas a cabo rápidamente.<br />

La onda de sus pensamientos pasó de largo por estas operaciones «separación» y<br />

«reparación». Vio que había en ellas muchos errores, pero todos ellos de menor<br />

importancia, tan soberbiamente había sido llevada a cabo la obra quirúrgica. Cada<br />

sección de aquel poderoso cerebro cedería a la fuerza curativa de los rayos generadores<br />

de tejido. Sin ningún género de duda, cuando Mrs. Corliss abriese los ojos sería una<br />

mujer sana y capaz y lo reconocería como el impostor que verdaderamente era. Pese a la<br />

urgencia del momento, Cross pensó:<br />

«Hace años era capaz de hipnotizar seres humanos sin la ayuda de cristales, si bien<br />

requería mucho más tiempo. ¿Por qué no slans?»<br />

La mujer estaba sin sentidos, sin la cortina protectora corrida. Al principio Cross sintió<br />

los receptores Porgrave y el peligro que ofrecían, y lentamente fue adaptando su cerebro<br />

a las vibraciones de ansiedad que serían naturales en Corliss en aquellas circunstancias.<br />

Todo temor desapareció de su cerebro. Se lanzó adelante con frenética rapidez.<br />

El método de la operación lo había salvado. Un cerebro slan normalmente tejido,<br />

hubiera requerido horas para ser explorado, debido a los millones de senderos a explorar<br />

sin el menor indicio del comienzo apropiado. Pero ahora, en aquel cerebro fragmentado<br />

por los maestros cirujanos de veintisiete fracciones, la masa de células donde residía la<br />

voluntad era fácilmente reconocible; en un minuto estuvo en el centro de ella y la fuerza<br />

palpable de sus ondas mentales le habían dado su control.<br />

Tubo tiempo de ponerse los auriculares de los receptores Porgrave observando al<br />

mismo tiempo que Bradshaw tenía ya unos... para él, pensó sonriendo. Pero no vio el<br />

menor recelo en el cerebro del joven slan. Evidentemente, el pensamiento en forma de<br />

fuerza física casi pura, completamente incolora, no podía ser transmitido por el Porgrave.<br />

Sus pruebas quedaban confirmadas.<br />

La mujer se estremeció física y mentalmente y el pensamiento incoherente de su<br />

cerebro resonó en los auriculares.<br />

«Lucha... ocupación...»<br />

Las palabras eran comprensibles porque había sido comandante militar, pero no eran<br />

suficiente para tener sentido. Hubo un silencio.<br />

«Junio... definitivamente junio... podremos haber limpiado antes del invierno, así, y no<br />

habrá muertes innecesarias por el frío y... está fijado, entonces... el 10 de Junio...»<br />

Cross hubiera podido reparar los defectos de su cerebro en diez minutos por sugestión<br />

hipnótica, pero requirió una hora y cuarto de cautelosa cooperación con los cirujanos y<br />

sus máquinas de presión vibratoria. Cross estuvo continuamente pensando en sus<br />

palabras.<br />

¡Así el 10 de junio era el día del ataque a Tierra! Estaban a 4 de abril, cómputo<br />

terrestre. ¡Dos meses! Un mes para el viaje a Tierra y un mes para... ¿qué?<br />

Mientras Mrs. Corliss se sumergía suavemente en un sueño sin pesadillas, Cross vio la<br />

respuesta. No se atrevía a gastar un día más en busca de los verdaderos slans. Más<br />

tarde, quizá, podía volver a coger la pista, pero ahora, si podía salirse de ésta...<br />

Frunció mentalmente el ceño. Dentro de algunos minutos estaría siendo examinado por<br />

miembros de la raza más implacable, minuciosa y eficiente de todo el sistema solar. A<br />

pesar del éxito de su intento de demora, a pesar de su éxito preliminar de conseguir poner<br />

un cristal en manos de uno de los de su escolta, la suerte se había vuelto contra él.<br />

Ingraham no había sido suficientemente curioso para abrir la caja y examinar el cristal.<br />

Tendría que hacer otra tentativa, desde luego, pero ya desesperada. Un slan era incapaz

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