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Van Vogt, Alfred. E - Slan.pdf

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espalda durante aquellos momentos de tensión, esperando irónicamente el momento<br />

oportuno de hacer uso de ella. Su voz musical, de timbre de oro, prosiguió:<br />

- ¿Conque te has tragado toda esta historia de la pobre esposa separada y el chiquillo,<br />

y el marido esperando ansioso? Una víbora ya crecida no hubiera sido tan crédula. Y en<br />

cambio ahora, la víbora joven morirá víctima de increíble estupidez.<br />

X<br />

Jommy Cross tenía la vista fija en la pistola sostenida con mano firme por la muchacha<br />

slan. En medio de la impresión sufrida, veía aquello que en el fondo le causaba aquella<br />

especie de desfallecimiento; era la forma como la nave avanzaba a velocidades<br />

vertiginosas. No había aceleración, era tan sólo aquel incansable avance de millas tras<br />

millas de vuelo, sin la menor indicación de si estaban todavía en la atmósfera de la Tierra<br />

o en el espacio libre.<br />

Desfallecía. Su mente no sentía el menor terror, pero carecía también de todo plan.<br />

Toda idea de acción quedó completamente desplazada de su cerebro al darse cuenta de<br />

que estaba totalmente dominado. La muchacha había echado mano de sus propios<br />

defectos para derrotarlo.<br />

Debía saber que su cortina mental era defectuosa y con una astucia casi animal, dejó<br />

transparentar su patética historia para hacerle creer que jamás, ¡oh, jamás!, tendría el<br />

valor de sostener una lucha a muerte. Ahora Jommy veía fácilmente que su valor era a<br />

prueba de acero y que no podía esperar competir con ella hasta dentro de muchos años.<br />

Obedeciendo su orden, Jommy se apartó hacia un lado y la vio recoger del suelo las<br />

dos armas, primero la suya, después la de él. Pero ni durante un solo instante su mirada<br />

se apartó de Jommy, ni su mano tenía el menor temblor mientras seguía apuntándolo.<br />

Dejó a un lado la pequeña arma que le había servido para engañarlo y volvió a recoger<br />

la primera y, abriendo un cajón que había bajo el cuadro de instrumentos metió la pistola<br />

de Jommy en él sin dirigirle siquiera una mirada. La actitud vigilante que conservaba no<br />

dejaba a Jommy la menor esperanza de poderla dominar. El hecho dé que no lo hubiese<br />

matado inmediatamente podía ser atribuido a que quería hablar con él. Pero no podía<br />

dejar esta posibilidad al azar.<br />

- ¿Te importa que te haga algunas preguntas antes de matarme? - dijo con voz hosca.<br />

- Las preguntas las haré yo - respondió ella fríamente -. No puede tener ninguna<br />

finalidad el satisfacer tu curiosidad. ¿Qué edad tienes?<br />

- Quince años.<br />

- Entonces te encuentras en un estado de desarrollo mental y emotivo en el cual<br />

apreciarás incluso algunos minutos de retraso de la muerte - asintió ella -; y como un ser<br />

humano adulto, te complacerá, sin duda, saber que mientras contestes mis preguntas no<br />

apretaré el gatillo de esta pistola de energía eléctrica, si bien el resultado final será la<br />

muerte.<br />

Jommy Cross no perdió el tiempo en reflexionar sobre estas palabras.<br />

- ¿Cómo sabrás que te digo la verdad? - respondió.<br />

- La verdad aparece implícita en las mentiras más sagaces - dijo ella con una sonrisa<br />

confiada -. Nosotros, los slans sin tentáculos, careciendo de la facultad de leer los<br />

pensamientos, nos hemos visto obligados a desarrollar la psicología hasta sus limites más<br />

extremos. Pero dejemos esto. ¿Te han mandado a robar esta nave?<br />

- No.<br />

- ¿Entonces, quién eres?<br />

Jommy le hizo un breve relato de su vida y mientras ésta se iba desarrollando, veía que<br />

los ojos de la muchacha se entornaban y que la sorpresa fruncía con suavidad su frente.

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