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Van Vogt, Alfred. E - Slan.pdf

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- Supongamos que aterrizase en la parte baja de una ciudad - dijo Jommy Cross -;<br />

podría quizá escapar por entre tantas casas, edificios y gente.<br />

- Si la velocidad de esta nave baja a doscientas millas por hora, quedará destruida, sin<br />

tener en cuenta el riesgo que comporta y que esperan todavía salvarme la vida<br />

capturando la nave intacta. Ya ves que soy franca contigo.<br />

Jommy parecía silencioso. Estaba convencido, aterrado, de la realidad del peligro. No<br />

había la menor inteligencia en aquel plan. Era una mera cuestión de confianza en un gran<br />

número de cañones.<br />

- Todo esto - dijo al final extrañado -, por un pobre slan, una nave. ¡Cuán intenso tiene<br />

que ser el temor que impulsa a un tan gran esfuerzo, a tal gasto, por tan poca<br />

compensación!<br />

- Tenemos que juzgar a la víbora según nuestras propias leyes - respondió ella<br />

fríamente con el resplandor del fuego en sus ojos grises. Su mente estaba concentrada en<br />

el esencial significado de sus palabras -. Los tribunales humanos no ponen en libertad a<br />

los culpables porque cuesta más el proceso que el importe de lo robado. Aparte de esto,<br />

lo que has robado es de tal precio que sería el mayor desastre de nuestra historia que te<br />

escapases.<br />

- Das por supuesto con excesiva facilidad que los verdaderos slans no están en<br />

posesión del secreto de la antigravedad - respondió Jommy muy impaciente -. Mi<br />

propósito es analizar durante los próximos años los verdaderos slans en su lugar de<br />

residencia y puedo asegurarte ya que, prácticamente, nada de todo lo que me has dicho<br />

será utilizado como prueba. La misma circunstancia de que vivan tan ocultos es una<br />

indicación de sus inmensos recursos.<br />

- Nuestra lógica es muy sencilla - intervino Johanna -. No los hemos visto en navescohete,<br />

por consiguiente es que no las tienen. Ayer mismo, durante aquel ridículo raid<br />

sobre el palacio, su nave, aunque muy bella, era propulsada por varios motores a chorro,<br />

tipo de motor que desechamos hace ya más de cien años. La lógica, como la ciencia, es<br />

la deducción sobre la base de la observación, de manera...<br />

Jommy Cross frunció el ceño contrariado. Cuanto hacía referencia a los slans, era<br />

malo. Eran estúpidos y asesinos, habían desencadenado una guerra estúpida, inútil y<br />

fratricida, contra los otros slans. Rondaban por el país utilizando sus diabólicas máquinas<br />

de transformación sobre las madres humanas, y las monstruosidades que de ello<br />

resultaban eran destruidas por las autoridades médicas. ¡Alocado propósito de<br />

destrucción! ¡No tenía sentido, sencillamente!<br />

No se amoldaba al noble carácter de sus padres. No se amoldaba con el genio de su<br />

padre ni con el hecho de que él mismo había vivido seis años bajo la influencia de la baja<br />

mentalidad de Granny y permanecía inalterado, impoluto. Y finalmente no se amoldaba al<br />

hecho de que él, slan todavía muy joven, había caído en una trampa que ni tan sólo<br />

sospechaba y sólo porque uno de los mecanismos de la red interior de la nave, no había<br />

funcionado, permitiéndose así escapar a la venganza.<br />

¡Su pistola automática! Un factor evidente era que ni tan sólo la sospechaban. Sería<br />

inútil, desde luego, contra las naves de guerra que navegarían detrás de ellos en la<br />

oscuridad. Necesitaría un año o quizá más para construir un proyector con un rayo<br />

suficientemente potente para reducir aquellas naves a pavesas. Pero una cosa podía<br />

hacer. Lo que podía tocar, su fuego destructor lo desintegraría en átomos componentes. Y<br />

¡pardiez, con tiempo y un poco de suerte ya tenía la respuesta!<br />

El destello de un reflector apareció en la placa visual. Al mismo tiempo la nave sufrió<br />

una fuerte sacudida, como un juguete que acaba de recibir un formidable golpe. Los<br />

metales crujieron, las paredes temblaron, las luces parpadearon y entonces, mientras los<br />

ruidos de la violencia se iban desvaneciendo convirtiéndose en amenazadores susurros,<br />

pegó un salto de las profundidades de la silla donde había estado sentado y agarró el<br />

activador del cohete.

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