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- En el momento en que me saquen de este palacio seré asesinada - dijo la muchacha<br />
secamente -. Como dijo, en efecto, Mr. Gray hace diez años, después de que su esbirro<br />
intentó asesinarme, una vez un slan ha muerto las indagaciones acerca del asunto son<br />
vistas con recelo.<br />
Vio que Kier Gray la miraba moviendo negativamente la cabeza. Jamás Kathleen le<br />
había oído emplear un tono de voz más suave que cuando dijo:<br />
- Supones con excesiva facilidad, Kathleen, que no puedo protegerte. En conjunto, me<br />
parece el mejor plan.<br />
Kathleen lo miró, desfallecida. Kier terminó su virtualmente sentencia de muerte, pero<br />
su voz no era ya suave, sino autoritaria, decisiva.<br />
- Reunirás tus ropas y objetos de tu pertenencia y te dispondrás a salir dentro de<br />
veinticuatro horas.<br />
La impresión pasó. En su mente renació la calma. Veía con una claridad demasiado<br />
cristalina que Kier Gray le había retirado su protección y por consiguiente toda reacción<br />
hubiera estado desplazada. Lo que la asombraba era que no había todavía ninguna<br />
prueba del delito sobre el cual hubiera podido basar su condena. No había mirado<br />
siquiera los papeles que ella había amontonado precipitadamente sobre la mesa. Por<br />
consiguiente, su acusación se basaba meramente en su presencia aquí y en las<br />
acusaciones de John Petty.<br />
Lo cual era sorprendente, porque en otras ocasiones la había defendido en<br />
circunstancias mucho más siniestras. Y había entrado en aquel estudio sin ser<br />
descubierta ni castigada más de media docena de veces.<br />
Todo esto significaba, por lo tanto, que su decisión había sido tomada de antemano y<br />
que por consiguiente toda discusión hubiera sido inútil. Se dio cuenta de que John Petty<br />
estaba asombrado también. El hombre fruncía el ceño ante su fácil victoria. La superficie<br />
de su cerebro vibraba bajo una ligera sensación de contrariedad, y tomó la súbita decisión<br />
de aclarar el asunto. Dirigió una mirada circular a la habitación y finalmente la fijó sobre la<br />
mesa.<br />
- Lo que convendría saber es qué ha averiguado mientras estaba sola aquí. ¿Qué<br />
papeles son éstos? - No era hombre tímido, y mientras hacía las preguntas se<br />
aproximaba a la mesa. Al aproximarse el jefe, revolvió los papeles -. ¡Hem! ¡La lista de<br />
todos los lugares donde se ocultaban los slans que empleamos todavía para atrapar los<br />
no organizados. Afortunadamente son tantos centenares que no puede haber tenido<br />
tiempo de recordar sus nombres, sin contar los lugares donde están localizados.<br />
La falsedad de las conclusiones no fue lo que preocupó a Kathleen, en aquel momento<br />
de ser descubierta. Evidentemente, ninguno de los dos sospechaba que no solamente<br />
cada uno de los refugios slans había quedado impreso en su mente de una manera<br />
indeleble, sino que conservaba un registro casi fotográfico de los sistemas de alarma que<br />
la policía había instalado en cada centro para avisar la insospechada entrada de algún<br />
slan. Según el minucioso análisis de uno de los informes, tenía que haber una especie de<br />
emisora mental que permitía a los slans forasteros localizar el lugar donde ocultarse. Pero<br />
esto no tenía importancia ahora. Lo que contaba era Kier Gray, que estaba mirando con<br />
curiosidad los papeles.<br />
- Esto es más serio de lo que imaginaba - dijo lentamente, hacienda desfallecer el<br />
corazón de Kathleen -. Has estado registrando mi mesa.<br />
Kathleen concentró sus pensamientos; no tenía necesidad de hacérselo saber a John<br />
Petty. El antiguo Kier Gray no hubiera procurado jamás a su peor enemigo un gramo de<br />
municiones para ser usadas contra ella.<br />
Kier Gray fijó en ella sus ojos fríos. Cosa extraña, la superficie de su cerebro parecía<br />
más calmada y tranquila que nunca. Vio que no estaba enojada, pero sí que estaba<br />
rompiendo fría y definitivamente con ella.<br />
- Te irás a tu habitación a hacer los equipajes y esperarás nuevas instrucciones.