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Van Vogt, Alfred. E - Slan.pdf

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pocos instantes de que disponía. Sin pensar en lo que hacía, se sentó de un salto en la<br />

silla de control y con un gesto deliberado accionó todos los conmutadores y palancas del<br />

cuadro.<br />

Una puerta se cerró con un ruido metálico. Se produjo una súbita y maravillosa<br />

sensación de ligereza; un rápido movimiento de avance que casi aplastó su cuerpo y<br />

después un sordo rugido grave. Instantáneamente Jommy comprendió el objeto de las<br />

dos placas curvadas. En la de la derecha apareció la imagen del cielo que tenía delante.<br />

Jommy veía demasiado vertical para que la tierra fuese otra cosa que una imagen<br />

deformada en el fondo de la placa.<br />

Fue la placa de la izquierda donde Jommy pudo gozar de la visión gloriosa de una<br />

ciudad de luces, a medida que iba quedando atrás de la nave, tan vasta, que<br />

impresionaba la imaginación. Lejano, a un lado, vio el nocturno esplendor del palacio.<br />

Y entonces la ciudad se perdió en la distancia.<br />

Cuidadosamente fue cerrando todas las llaves que había abierto comprobando el<br />

efecto de cada una de ellas. A los dos minutos el complicado cuadro instrumental estaba<br />

resuelto y tenía el sencillo mecanismo bajo control. La utilidad de cuatro de los<br />

interruptores no era clara, pero no podía esperar. Adoptó una marcha horizontal porque<br />

no tenía intención de penetrar en los espacios sin aire. Esto exigía un profundo<br />

conocimiento de todos los botones y contactos del mecanismo y su primer propósito era<br />

establecer una nueva y más segura base de operaciones. Después con aquella nave<br />

dispuesta a llevarlo donde quisiera ir...<br />

Su cerebro se encumbraba. Sentía una extraña sensación de poderío apoderarse de él.<br />

Quedaban todavía mil cosas por hacer, pero, por lo menos, estaba fuera de la jaula; tenía<br />

edad y fuerza suficiente. Tenían todavía que transcurrir años, largos años que le<br />

separaban de la madurez. Tenía que aprender a usar toda la ciencia de su padre. Ante<br />

todo tenía que estudiar cuidadosamente su plan primordial de encontrar a los verdaderos<br />

slans y hacer las primeras exploraciones.<br />

Sus pensamientos cesaron súbitamente al recordar la presencia de Granny. Las ideas<br />

de la vieja no fueron más que un leve latir de su mente durante aquellos minutos. Sabía<br />

que estaba en la habitación contigua y en el fondo de su cerebro veía la imagen de lo que<br />

ella estaba viendo. Y en aquel preciso instante, la imagen se desvaneció, como si hubiese<br />

cerrado los ojos.<br />

Jommy Cross sacó su arma y simultáneamente pegó un salto de costado. Del umbral<br />

salió un destello de fuego que abrasó el sitio donde había estado sentado, tocó el cuadro<br />

de instrumentos y se apagó. Una alta muchacha slan sin tentáculos estaba de pie frente a<br />

él apuntándole con su pistola, pero su cuerpo quedó inmóvil al ver el arma de Jommy<br />

apuntándola a ella. Así permanecieron durante un largo momento aterrador. Los ojos de<br />

la muchacha se convirtieron en dos pozos relucientes.<br />

- ¡Maldita víbora!<br />

A pesar de su furor, quizá debido a él, la voz tenía una vibración sonora casi bella, y en<br />

el acto Jommy Cross se sintió vencido. Su aspecto y el sonido de su voz trajeron a su<br />

memoria el piadoso recuerdo de su madre y con una sensación de desamparo supo que<br />

jamás podría borrar la existencia de aquella maravillosa criatura, como no hubiera podido<br />

borrar la de su madre. Pese a la potente arma que le amenazaba como la de la muchacha<br />

lo amenazaba a él, supo que estaba completamente a su merced. Y la manera como ella<br />

había disparado por la espalda probaba la firme decisión que ardía detrás de aquellos<br />

ojos grises. ¡Muerte! El odio implacable de los slans sin tentáculos contra los verdaderos<br />

slans.<br />

Pese a su desfallecimiento, Jommy la contemplaba con creciente fascinación. Alta,<br />

fuerte, de un cuerpo esbelto, permanecía inmóvil, tranquila, con un pie adelantado, un<br />

poco ladeante, como un corredor dispuesto a emprender una carrera. La mano derecha,<br />

que sostenía el arma era delgada, delicadamente moldeada, de un delicioso color tostado.

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