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Observó con cierta curiosidad que su mirada tenía una expresión como de ansiedad y<br />
le pareció fuera de lugar. Su mente se concentró. El poder de coordinación de su cerebro<br />
pronto convirtió su expresión facial en triunfo y auténtica alegría. Su cerebro presionó<br />
intensamente la cortina protectora del de Johanna, asomándose a los más tenues<br />
intersticios, absorbiendo el menor rastro de pensamiento, analizándolo todo a medida que<br />
segundo tras segundo crecía su perplejidad. Su sonrisa se convirtió en franca risa y<br />
entonces su cortina mental desapareció. Su mente se ofrecía a su mirada abierta, franca,<br />
sin artificio. Simultáneamente en el cerebro de la muchacha se formó un pensamiento.<br />
«Mira atentamente, John Thomas Cross, y debes saber ante todo que los receptores<br />
de esta habitación y su vecindad han sido desconectados. Debes saber también que soy<br />
el único ser viviente amigo tuyo y que he dado orden de que te trajesen aquí antes de que<br />
fueses sometido a un examen físico al que sería imposible que sobrevivieses: Te he<br />
observado a través de los Prograves y he sabido que eres tú. Pero date prisa, busca en<br />
mi mente, comprueba mi buena voluntad y obraremos rápidamente para salvar tu vida.»<br />
Cross no sentía confianza ni credulidad. Los minutos volaban y él seguía buscando en<br />
los obscuros corredores del cerebro de la muchacha las razones básicas que pudiesen<br />
explicar aquel hecho portentoso. Finalmente, con voz pausada, dijo:<br />
- ¿Entonces creíste en los ideales de un muchacho de quince años, te inflamaste ante<br />
un joven egoísta que te ofrecía sólo...?<br />
- ¡Esperanza! - terminó ella -. Me trajiste la esperanza un instante antes de que llegase<br />
al punto en que la mayoría de los slans llegan a la dureza y la implacabilidad máxima que<br />
puede darles la vida. «Seres humanos», dijiste, «¿qué hay de los seres humanos?». Y la<br />
impresión de estas palabras y de otras cosas, me afectaron hasta lo indecible. Di<br />
deliberadamente una falsa descripción de ti. Debió extrañarte, pero lo hice porque no se<br />
me atribuía un conocimiento profundo de la psicología humana. No lo tenía, desde luego,<br />
pero hubiera podido perfectamente dibujarte de memoria y la imagen adquiría claridad<br />
cada día. Se consideraba natural que me dedicase al estudio del «asunto Cross». Y<br />
natural también que se me asignasen los más altos cargos relacionados contigo. Supongo<br />
que era igualmente natural que...<br />
Se detuvo inesperadamente, y Cross dijo con gravedad:<br />
- Esto lo siento...<br />
Sus ojos grises se fijaron en los pardos de Cross gravemente.<br />
- ¿Con quién más quieres casarte? - pregunto - Una vida normal debe incluir el<br />
matrimonio. No sé nada, desde luego, de tus relaciones con Kathleen Layton salvo que<br />
presenciaste su muerte, pero el matrimonio con varias mujeres al mismo tiempo, no es<br />
una cosa inusitada en la historia slan. Después, desde luego, hay mi edad...<br />
- Reconozco - dijo Cross con sencillez - que quince o veinte años de diferencia no<br />
ofrecen el menor obstáculo para un matrimonio entre slans. Ocurre, sin embargo, que<br />
tengo una misión que cumplir.<br />
- Sea como esposa o no - dijo Johanna , a partir de este momento tienes una<br />
compañera para llevar a cabo esta misión, con tal de que podamos sacarte vivo de este<br />
examen físico.<br />
- ¡Oh, esto!... - dijo Cross con un gesto de su mano -. Lo único que necesitaba era<br />
tiempo y la manera de poner ciertos cristales en las manos de Ingraham y los demás. Me<br />
has procurado ambas cosas. Necesitaremos también la pistola paralizadora que tienes en<br />
el cajón de tu mesa. Y entonces llámalos uno a uno.<br />
Con un rápido movimiento Johanna sacó el arma del cajón.<br />
- Yo dispararé. Estoy dispuesta.<br />
Cross se rió de la vehemencia de la muchacha y sintió extrañeza ante el súbito cambio<br />
de los acontecimientos, ahora que estaba seguro de ganar. Durante años enteros había<br />
vivido de nervios y fría determinación. Súbitamente, una parte del fuego de la muchacha<br />
lo había alcanzado. Sus ojos brillaron.