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- ¿Tratas acaso de decirme - interrumpió secamente -, que eres el muchacho que vino<br />
al Centro del Aire hace seis años?<br />
- Me impresionó mucho hallar una gente tan asesina, capaz incluso de dar muerte a un<br />
chiquillo en el acto - asintió él.<br />
- ¡Con que por fin ha llegado el momento! - exclamó ella echando llamas por los ojos -.<br />
Durante seis largos años hemos estado estudiando y analizando si teníamos derecho a<br />
dejarte escapar.<br />
- ¿De... jar... me, es... ca... par?... - balbució Jommy.<br />
La muchacha no le hizo caso y prosiguió como si no le hubiese oído:<br />
- Y desde entonces hemos estado esperando a nueva acción de las víboras.<br />
Estábamos casi seguros de que no nos delataríais porque no podíais desear que nuestra<br />
gran invención, las naves del espacio, cayesen en poder de los humanos. La principal<br />
cuestión que nos preocupaba era: ¿qué había detrás de aquella primera maniobra de<br />
exploración? Ahora, en tu intento de robar una nave-cohete tengo la respuesta.<br />
Sumido en el silencio Jommy Cross escuchaba aquel erróneo análisis. El desaliento<br />
crecía en él. Un desaliento que no tenía nada que ver con el peligro que corría. Era la<br />
increíble locura de aquella guerra slan contra slan, cuya mortalidad rebasaba casi la<br />
imaginación. Con su voz vibrante teñida ahora por el triunfo, Johanna prosiguió:<br />
- Es agradable saber seguro la verdad de lo que durante tanto tiempo sospechábamos<br />
y la prueba es casi increíble. Hemos explorado la Luna, Marte y Venus. Hemos llegado<br />
incluso hasta las lunas de Júpiter, y jamás hemos encontrado un astronave desconocida,<br />
y ni el menor rastro de una víbora. La conclusión es contundente. Por alguna razón, quizá<br />
porque sus reveladores tentáculos los obligan a estar siempre en movimiento, no han<br />
creado nunca las pantallas de antigravedad que hacen la nave-cohete posible. Cualquiera<br />
que sea la razón, la pura lógica tiende a demostrar inexorablemente que carecen de<br />
naves del espacio.<br />
- Tú y tu lógica empezáis a fastidiarme - dijo Jommy Cross - Parece increíble que un<br />
slan pueda andar tan equivocado. Supongamos, supongamos sólo por un instante que lo<br />
que te cuento es verdad.<br />
- Desde el principio - soltó ella con un esbozo de sonrisa en los labios -, había sólo dos<br />
posibilidades. La primera te la he expuesto ya. La otra, la de que no has tenido nunca<br />
contacto con los slans, nos ha preocupado durante muchos años. Comprendes, si habías<br />
sido mandado por los slans, sabían ya que controlábamos las vías aéreas. Pero si eras<br />
independiente, poseías un secreto que tarde o temprano, cuando te pusieses en contacto<br />
con los slans podría ser peligroso para nosotros En una palabra, si tu versión es cierta,<br />
tenemos que matarte para evitar que en el futuro puedas informarlos de nuestros<br />
conocimientos y porque nuestra política es no correr riesgos con las víboras. En todo, tu<br />
muerte es segura.<br />
Sus palabras eran duras, su tono helado. Pero mucho más amenazador que su tono o<br />
sus palabras, era el hecho de que para aquella mujer, ni la verdad ni la mentira, ni la<br />
justicia o la injusticia, tenían importancia. El mundo de Jommy se tambaleaba ante la idea<br />
de que si esta inmoralidad era la justicia slan, éstos no podían ofrecer al mundo nada que<br />
pudiese siquiera compararse con la simpatía, la bondad y la gentileza espiritual que tan<br />
frecuentemente había visto en los cerebros de los más bajos seres humanos. Si todos los<br />
slans adultos eran como ella, no había esperanza ya.<br />
Su mente andaba errante por el espantoso abismo que separaba los slans, los seres<br />
humanos y los slans sin tentáculos y una idea más terrible y sombría aún se apoderó de<br />
él. ¿Era acaso posible que todos los grandes sueños y las grandes obras de su padre<br />
pudiesen perderse en aquel solitario desierto de la nada, destruídos y arruinados por<br />
estos dementes fratricidas? Los papeles de la ciencia secreta de su padre que hacía tan<br />
poco tiempo había retirado de las catacumbas estaban en el bolsillo, y aquella implacable<br />
criatura usaría y abusaría de ellos si no cejaba en su propósito de darle muerte. A pesar