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Van Vogt, Alfred. E - Slan.pdf

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como la vuestra. Estoy dispuesto incluso a devolver la nave si me enseñáis lógicamente la<br />

forma de escapar sin caer en una trampa.<br />

¡Silencio! Cerró la radio y se volvió hacia Granny que estaba medio sentada, medio<br />

echada en el suelo.<br />

- No hay salida - dijo -. Todo esto, la nave, la muchacha slan, forman parte de una<br />

trampa en la cual nada se ha dejado al azar. Hay siete cruceros de cien mil toneladas<br />

fuertemente armados que nos están dando caza en estos momentos. Sus instrumentos<br />

de captación reaccionan sobre nuestras placas de antigravedad, de manera que ni la<br />

obscuridad es una protección. Estamos listos.<br />

Las horas de la noche fueron pasando y con cada una de ellas la situación iba<br />

pareciendo más desesperada. De los cuatro entes animados que gravitaban por aquel<br />

cielo de un negro azulado sólo Granny estaba echada sobre una silla neumática sumida<br />

en un profundo sueño. Los dos slans y aquella incansable y vibrante nave, velaban.<br />

¡Fantástica noche! Por una parte, la idea de que una fuerza destructora podía<br />

alcanzarlos a cada instante; por otra... Como fascinado, Jommy Cross fijó la vista en la<br />

placa de visión y vio la veloz imagen que pasaba ante sus ojos. Era un mundo de luces<br />

que se extendía hasta el infinito, donde alcanzaba la vista, luces y más luces. Manchas<br />

obscuras, lagos, charcas, lagunas de luz..., comunidades agrícolas, pueblos y ciudades, y<br />

de cuando en cuando colosales metrópolis. Finalmente sus ojos se apartaron de las<br />

placas de visión y se volvió hacia donde estaba Joann Hillory, manos y pies atados. Sus<br />

ojos grises lo miraron interrogadores. Antes de que él pudiese decir nada, la muchacha<br />

dijo:<br />

- Y bien, ¿has decidido ya?<br />

- ¿Decidido qué?<br />

- Cuándo me vas a matar, desde luego.<br />

Jommy Cross movió negativamente la cabeza, despacio.<br />

- Lo que más me sorprende de tus palabras - dijo pausadamente - es esta actitud<br />

mental que considera que uno debe recibir o dar la muerte. No voy a matarte. Voy a<br />

soltarte.<br />

- No hay nada sorprendente en mi actitud - respondió ella después de un breve silencio<br />

-. Durante cien años los verdaderos slans han matado a los nuestros a primera vista;<br />

durante cien años hemos tomado represalias. ¿Qué podía ser más natural?<br />

Jommy Cross se encogió de hombros, impaciente. Había en él demasiada<br />

incertidumbre acerca de los verdaderos slans para permitirse discutirlos ahora, cuando su<br />

única idea fija era escapar.<br />

- Mi interés no reside en esta fútil y miserable guerra entre slans y seres humanos. Lo<br />

importante son las siete naves de guerra que nos persiguen en estos momentos.<br />

- Es sensible que lo hayas descubierto - respondió ella -. Ahora pasarás el tiempo en<br />

inútiles preocupaciones, formando planes. Hubiera sido mucho menos cruel para ti<br />

haberte considerado a salvo, y después, en el mismo momento en que descubrieses que<br />

no lo estabas, morir.<br />

- ¡No he muerto todavía! - exclamó Jommy Cross con viva impaciencia -. No me cabe la<br />

menor duda de que es mucha presunción por parte de un muchacho esperar, como estoy<br />

empezando a hacerlo, que debe haber una manera de salir de esta trampa. Tengo el<br />

mayor respeto por la inteligencia de los slans adultos, pero no olvido que tu pueblo ha<br />

sufrido ya varias derrotas. ¿Por qué, por ejemplo, si mi destrucción es cierta, esperan<br />

estas naves? ¿Qué esperan?<br />

Johanna Hillory sonreía, con su bello y enérgico rostro sereno.<br />

- ¿No esperarás que conteste tu pregunta, verdad?<br />

- Sí - respondió Jommy sonriendo, pero con cierta indiferencia -. Comprende - añadió -,<br />

durante estas últimas horas he envejecido un poco. Hasta la noche pasada era muy<br />

inocente, idealista. Por ejemplo, durante aquellos primeros minutos que estuvimos

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