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Van Vogt, Alfred. E - Slan.pdf

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mezcla de ruidos no llegaba hasta él. Se encontraba solo, en un mundo de silencio<br />

personal, un mundo de pensamientos pausados, seguidos, ininterrumpidos.<br />

Si estaban dispuestos a hacer uso de la energía atómica, ¿por qué no los habían<br />

pulverizado con bombas? Mil ideas acudieron a su mente en forma de respuesta. Querían<br />

el secreto del tipo perfecto de energía atómica que él poseía. Su método no era una<br />

modificación de la maravillosa bomba llamada de hidrógeno de los antiguos tiempos con<br />

su base de uranio y agua pesada y la reacción en cadena, sino que habían vuelto a un<br />

periodo incluso más antiguo, el del principio de explosión con ciclotrones. Sólo esto podía<br />

explicar aquellas dimensiones descomunales. Allí había diez millones de toneladas de<br />

ciclotrones capaces de un feroz desarrollo de energía y sin duda esperaban hacer uso de<br />

su movilidad para obligarle a dar su impagable secreto.<br />

Se acercó al cuadro instrumental que cubría toda la pared posterior del laboratorio.<br />

Accionó un interruptor. Las agujas señalaron la presencia de una nave de guerra frente a<br />

aquella montaña que se estaba disolviendo, una nave que se estremecía bajo su vida<br />

mecánica, penetrando más y más profundamente en la tierra y dirigiéndose al mismo<br />

tiempo infaliblemente hacia el laboratorio. Las diferentes esferas empezaban a marcar<br />

alocadamente, pasando de cero al máximo, oscilando, deteniéndose. También ellas<br />

revelaron la presencia de proyectores atómicos emergiendo del suelo donde durante tanto<br />

tiempo habían estado ocultos, y en el momento en que accionó el mando del instrumento<br />

de precisión que había ambicionado toda su vida, veinte cañones invencibles dispararon<br />

con una perfecta sincronización.<br />

Los proyectiles hicieron blanco en el infallable casco de la nave. Y se detuvieron. ¿Cuál<br />

era su propósito contra aquel implacable enemigo? No quería derribar aquella monstruosa<br />

máquina. No quería crear una situación en la cual los slans y los seres humanos tendrían<br />

que luchar con una ferocidad sin precedentes. Sus grandes cañones móviles podían<br />

todavía lanzar proyectiles capaces de horadar cualquier metal que estuviese en posesión<br />

de los slans, y si alguna de aquellas naves caía en manos de los humanos, no<br />

transcurriría mucho tiempo antes de que también ellos las poseyesen y sería el comienzo<br />

de una guerra infernal. No, no quería hacerlo.<br />

Y no quería destruir aquella nave porque no quería matar a los slans sin tentáculos que<br />

había a bordo de ella. Porque, después de todo, representaban una raza, una ley y un<br />

orden que él respetaba. Y siendo como eran una gran raza, una raza afín a la suya,<br />

merecían piedad.<br />

Antes de poner sus ideas en claro, la vacilación cedió. Cross apuntó su batería de<br />

armas sincronizadas al centro de aquel inmenso ciclotrón. Su pulgar apretó el botón. La<br />

media milla de nave en forma de espiral pareció encogerse como un elefante alcanzado<br />

por un certero golpe; se estremeció, como un bergantín cogido por un furioso temporal; y<br />

al instante, al calmarse, Jommy pudo ver el cielo a través de un inmenso orificio, y se dio<br />

cuenta de su victoria.<br />

Había cortado la vasta espiral de un extremo a otro. El poder de aquel ciclotron estaba<br />

aniquilado. Pero las consecuencias de la presencia de aquella nave subsistían.<br />

Frunciendo el ceño Cross vio la nave detenerse por un momento, temblando. Lentamente<br />

empezó a retroceder con sus placas de antigravedad aparentemente averiadas. Fue<br />

subiendo, subiendo, disminuyendo de tamaño, mientras iba perdiéndose en la distancia.<br />

A las cincuenta millas era todavía mayor que las demás naves que se asomaban por el<br />

casi indemne valle. Y ahora las consecuencias eran claras, frías, mortales. La naturaleza<br />

del ataque demostraba que hacía meses que habían descubierto sus actividades en el<br />

valle.<br />

Sin duda alguna, habían esperado el momento de librar una batalla titánica obligándolo<br />

a salir donde pudieran seguirlo día y noche por medio de sus instrumentos, y matarlo,<br />

apoderándose de sus instalaciones.<br />

Jommy se volvió hacia Granny desapasionadamente.

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