17.05.2013 Views

Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA

Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA

Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

¡Estoy en verdad cansado de ser siempre tu estúpido pastor! Tú bruja, hasta ahora he cantado yo para ti,<br />

ahora tú debes ‐ ¡gritar para mí!<br />

¡Al compás de mi látigo debes bailar y gritar para mí! «Acaso he olvidado el látigo? ‐<br />

¡No!»<br />

2<br />

Entonces la vida me respondió así, y al hacerlo se tapaba los graciosos oídos: «¡Oh Zaratustra! ¡No<br />

chasquees tan horriblemente el látigo! Tú lo sabes bien: el ruido asesina los pensamientos ‐ y ahora<br />

precisamente me vienen pensamientos tan gráciles.<br />

Nosotros somos, ambos, dos haraganes que no hacemos ni bien ni mal. Más allá del bien y del mal<br />

hemos encontrado nuestro islote y nuestro verde prado ‐ ¡nosotros dos solos! ¡Ya por ello tenemos que<br />

ser buenos el uno para el otro!<br />

Y aunque no nos amemos a fondo ‐, ¿es necesario guardarse rencor si no se ama a fondo? Y que yo soy<br />

buena contigo, y a menudo demasiado buena, eso lo sabes tú: y la razón es que estoy celosa de tu<br />

sabiduría. ¡Ay, esa loca y vieja necia de la sabiduría!<br />

Si alguna vez se apartase de ti tu sabiduría, ¡ay!, entonces se apartaría de ti rápidamente también mi<br />

amor.»<br />

En este punto la vida miró pensativa detrás de sí y en torno a sí y dijo en voz baja: «¡Oh Zaratustra, tú no<br />

me eres bastante fiel!<br />

No me amas ni mucho menos tanto como dices, yo lo sé, tú piensas que pronto vas a abandonarme.<br />

Hay una vieja, pesada, pesada campana retumbante431: ella retumba por la noche y su sonido asciende<br />

hasta tu caverna:‐ cuando a medianoche oyes dar la hora a esa campana, tú piensas en esto entre la una<br />

y las doce ‐tú piensas en esto, oh Zaratustra, yo lo sé, ¡en que pronto vas a abandonarme!»<br />

«Sí, contesté yo titubeante, pero tú sabes también esto.» ‐ Y le dije algo al oído, por entre los<br />

alborotados, amarillos, insensatos mechones de su cabello.<br />

«¿Tú sabes eso, oh Zaratustra? Eso no lo sabe nadie.» ‐ Y nos miramos uno a otro y contemplamos el<br />

verde prado, sobre el cual empezaba a correr el fresco atardecer, y lloramos juntos. ‐ Entonces, sin<br />

embargo, me fue la vida más querida que lo que nunca me lo ha sido toda mi sabiduría. ‐<br />

Así habló Zaratustra.<br />

3<br />

¡Una!<br />

¡Oh hombre! ¡Presta atención!<br />

¡Dos!<br />

¿Qué dice la profunda medianoche?<br />

¡Tres!<br />

«Yo dormía, dormía ‐,<br />

¡Cuatro!<br />

De un profundo soñar me he despertado: ‐<br />

¡Cinco!<br />

El mundo es profundo,<br />

¡Seis!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!