Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA
Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA
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¡Adelante! ¡Vosotros hombres superiores! Ahora es cuando gira la montaña del futuro humano. Dios ha<br />
muerto: ahora nosotros queremos ‐ que viva el superhombre.<br />
3<br />
Los más preocupados preguntan hoy: «¿Cómo se conserva el hombre?» Pero Zaratustra pregunta,<br />
siendo el único y el primero en hacerlo: «¿Cómo se supera al hombre?»<br />
El superhombre es lo que yo amo, él es para mí lo primero y lo único, ‐ y no el hombre: no el prójimo, no<br />
el más pobre, no el que más sufre, no el mejor<br />
‐ Oh hermanos míos, lo que yo puedo amar en el hombre es que es un tránsito y un ocaso.<br />
Y también en vosotros hay muchas cosas que me hacen amar y tener esperanzas.<br />
Vosotros habéis despreciado, hombres superiores, esto me hace tener esperanzas. Pues los grandes<br />
despreciadores son los grandes veneradores.<br />
En el hecho de que hayáis desesperado hay mucho que honrar. Porque no habéis aprendido cómo<br />
resignaros, no habéis aprendido las pequeñas corduras.<br />
Hoy, en efecto, las gentes pequeñas se han convertido en los señores: todas ellas predican resignación y<br />
modestia y cordura y laboriosidad y miramientos y el largo etcétera de las pequeñas virtudes.<br />
Lo que es de especie femenina, lo que procede de especie servil y, en especial, la mezcolanza plebeya:<br />
eso quiere ahora enseñorearse de todo destino del hombre ‐ ¡oh náusea!, ¡náusea!, ¡náusea!<br />
Eso pregunta y pregunta y no se cansa: «¿Cómo se conserva el hombre, del modo mejor, más<br />
prolongado, más agradable?» Con esto ‐ ellos son los señores de hoy.<br />
Superadme a estos señores de hoy, oh hermanos míos, ‐ a estas gentes pequeñas: ¡ellas son el máximo<br />
peligro del superhombre!<br />
¡Superadme, hombres superiores, las pequeñas virtudes, las pequeñas corduras, los miramientos<br />
minúsculos, el bullicio de hormigas, el mísero bienestar, la «felicidad de los más»‐!<br />
Y antes desesperar que resignarse. Y, en verdad, yo os amo porque no sabéis vivir hoy, ¡vosotros<br />
hombres superiores! Ya que así es como vosotros vivís ‐ ¡del modo mejor!<br />
4<br />
¿Tenéis valor, oh hermanos míos? ¿Sois gente de corazón? ¿No valor ante testigos, sino el valor del<br />
eremita y del águila, del cual no es ya espectador ningún Dios?<br />
A las almas frías, a las acémilas, a los ciegos, a los borrachos, a ésos yo no los llamo gente de corazón.<br />
Corazón tiene el que conoce el miedo, pero domeña el miedo, el que ve el abismo, pero con orgullo.<br />
El que ve el abismo, pero con ojos de águila, el que aferra el abismo con garras de águila: ése tiene valor.<br />
5<br />
«El hombre es malvado» ‐ así me dijeron, para consolarme, los más sabios. ¡Ay, si eso fuera hoy verdad!<br />
Pues el mal es la mejor fuerza del hombre.