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Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA

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«El hombre tiene que mejorar y que empeorar» ‐ esto es lo que yo enseño. Lo peor es necesario para lo<br />

mejor del superhombre.<br />

Para aquel predicador de las pequeñas gentes acaso fuera bueno que él sufriese y padeciese por el<br />

pecado del hombre530. Pero yo me alegro del gran pecado como de mi gran consuelo. ‐<br />

Esto no está dicho, sin embargo, para orejas largas. No toda palabra conviene tampoco a todo hocico.<br />

Éstas son cosas delicadas y remotas: ¡hacia ellas no deben alargarse pezuñas de ovejas!<br />

6<br />

Vosotros hombres superiores, ¿creéis acaso que yo estoy aquí para arreglar lo que vosotros habéis<br />

estropeado?<br />

¿O que quiero prepararos para lo sucesivo un lecho más cómodo a vosotros los que sufrís?<br />

¿O mostraros senderos nuevos y más fáciles a vosotros los errantes, extraviados, perdidos en vuestras<br />

escaladas?<br />

¡No! ¡No! ¡Tres veces no! Deben perecer cada vez más, cada vez mejores de vuestra especie, ‐ pues<br />

vosotros debéis tener una vida siempre peor y más dura. Sólo así ‐ sólo así crece el hombre hasta aquella<br />

altura en que el rayo cae sobre él y lo hace pedazos: ¡suficientemente alto para el rayo!<br />

Hacia lo poco, hacia lo prolongado, hacia lo lejano tienden mi mente y mi anhelo: ¡qué podría<br />

importarme vuestra mucha, corta, pequeña miseria!<br />

¡Para mí no sufrís aún bastante! Pues sufrís por vosotros, no habéis sufrido aún por el hombre.<br />

¡Mentiríais si dijeseis otra cosa! Ninguno de vosotros sufre por aquello por lo que yo he sufrido.<br />

7<br />

No me basta con que el rayo ya no cause daño. Yo no quiero desviarlo: debe aprender ‐ a trabajar para<br />

mí. ‐Hace ya mucho tiempo que mi sabiduría se acumula como una nube, se vuelve más silenciosa y<br />

oscura. Así hace toda sabiduría que alguna vez debe parir rayos.<br />

Para estos hombres de hoy no quiero yo ser luz ni llamarme luz. A éstos ‐ quiero cegarlos: ¡rayo de mi<br />

sabiduría! ¡Sácales los ojos!<br />

8<br />

No queráis nada por encima de vuestra capacidad: hay una falsedad perversa en quienes quieren por<br />

encima de su capacidad. ¡Especialmente cuando quieren cosas grandes! Pues despiertan desconfianza<br />

contra las cosas grandes, esos refinados falsarios y comediantes: ‐ hasta que finalmente son falsos ante<br />

sí mismos, gente de ojos bizcos, madera carcomida y blanqueada, cubiertos con un manto de palabras<br />

fuertes, de virtudes aparatosas, de obras falsas y relumbrantes.<br />

¡Tened en esto mucha cautela, vosotros hombres superiores! Pues nada me parece hoy más precioso y<br />

raro que la honestidad.<br />

Este hoy, ¿no es de la plebe? Mas la plebe no sabe lo que es grande, lo que es pequeño, lo que es recto y<br />

honesto: ella es inocentemente torcida, ella miente siempre.<br />

9

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