17.05.2013 Views

Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA

Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA

Federico Nietzsche ASÍ HABLO ZARATUSTRA

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

‐ Pero el pastor mordió, tal como se lo aconsejó mi grito; ¡dio un buen mordisco! Lejos de sí escupió la<br />

cabeza de la serpiente ‐: y se puso en pie de un salto.<br />

‐Ya no pastor, ya no hombre, ‐ ¡un transfigurado, iluminado, que reía! ¡Nunca antes en la tierra había<br />

reído hombre alguno como él rió!<br />

Oh hermanos míos, oí una risa que no era risa de hombre, ‐ ‐ y ahora me devora una sed, un anhelo que<br />

nunca se aplaca. Mi anhelo de esa risa me devora: ¡oh, cómo soporto el vivir aún! ¡Y cómo soportaría el<br />

morir ahora!<br />

‐Así habló Zaratustra.<br />

De la bienaventuranza no querida<br />

Con tales enigmas y amarguras en el corazón cruzó Zaratustra el mar. Mas cuando estuvo a cuatro días<br />

de viaje de las islas afortunadas y de sus amigos, había superado todo su dolor ‐: victorioso y con pies<br />

firmes se hallaba erguido de nuevo sobre su destino. Y entonces Zaratustra habló así a su conciencia<br />

jubilosa: Solo estoy de nuevo, y quiero estarlo, solo con el cielo puro y el mar libre; y de nuevo<br />

me rodea la tarde.<br />

En una tarde encontré por vez primera en otro tiempo a mis amigos, en una tarde también la vez<br />

segunda290: ‐ en la hora en que toda luz se vuelve más silenciosa.<br />

Pues lo que de felicidad se encuentra aún en camino entre el cielo y la tierra, eso búscase como asilo un<br />

alma luminosa: a causa de la felicidad se ha vuelto toda luz más silenciosa ahora.<br />

¡Oh tarde de mi vida! En otro tiempo también mi felicidad descendió al valle para buscarse un asilo: allí<br />

encontró esas almas abiertas y hospitalarias ¡Oh tarde de mi vida! ¡Qué no he entregado yo a cambio de<br />

tener una sola cosa: este viviente plantel de mis pensamientos y esta luz matinal de mi más alta<br />

esperanza!<br />

Compañeros de viaje buscó en otro tiempo el creador, e hijos de su esperanza: y ocurrió que no pudo<br />

encontrarlos, a no ser que él mismo los crease. Así estoy en medio de mi obra, yendo hacia mis hijos y<br />

volviendo de ellos: por amor a sus hijos tiene Zaratustra que consumarse a sí mismo.<br />

Pues radicalmente se ama tan sólo al propio hijo y a la propia obra; y donde existe gran amor a sí mismo,<br />

allí hay señal de embarazo: esto es lo que he encontrado.<br />

Todavía verdean mis hijos en su primera primavera, unos junto a otros y agitados por vientos comunes,<br />

árboles de mi jardín y de mi mejor tierra.<br />

¡Y en verdad!, ¡donde se apiñan tales árboles, allí existen islas afortunadas! Pero alguna vez quiero<br />

trasplantarlos y ponerlos separados unos de otros: para que cada uno aprenda soledad, y tenacidad, y<br />

cautela.<br />

Nudoso y retorcido y con flexible dureza deberá estar entonces para mí junto al mar, faro viviente de<br />

vida invencible.<br />

Allí donde las tempestades se precipitan en el mar y la trompa de las montañas bebe agua, allí debe<br />

realizar cada uno alguna vez sus guardias de día y de noche, para su examen y conocimiento.<br />

Conocido y examinado debe ser, para que se sepa si es de mi especie y de mi procedencia, ‐ si es señor<br />

de una voluntad larga, callado aun cuando habla, y de tal modo dispuesto a dar, que al dar tome. – para<br />

que algún día llegue a ser mi compañero de viaje y concree y concelebre las fiestas junto con Zaratustra:<br />

alguien que me escriba mi voluntad en mis tablas: para más plena consumación de todas las cosas.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!