Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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EL MILLONARIO INGÉNITO<br />
Dos efectismos verbales esquivaron en<br />
apariencia el asedio buceador del sentimiento<br />
porteño. Uno es el estado, la nación. <strong>El</strong> otro, la<br />
riqueza, la plétora económica. Ya vimos como el<br />
estado es una de las creaciones originales del hombre<br />
porteño y no una adopción imitativa. En el<br />
consentimiento de la idea de estado, el porteño<br />
se libra de toda zozobra atinente a la colectividad,<br />
pone a salvo las responsabilidades que en el porvenir<br />
del espíritu de su tierra caben, y al evitarse<br />
toda tranquilidad que no finaliza en sí mismo,<br />
se libera de los descaimientos que el tiempo talla<br />
en el ánimo que se sabe efímero. Tampoco la<br />
riqueza es efectismo maltrecho en su aspecto. Centellea<br />
en todas las ceremonias en que se presenta,<br />
y por el estilo en que la emplea se creería que<br />
el hombre porteño está ofuscado por sus refulgencias.<br />
Sin embargo, la riqueza es otro término desahuciado<br />
en la ilusión sentimental del porteño.<br />
La riqueza es talismán con muy escasos residuos<br />
de sortilegio, es otro espejismo desbaratado. La<br />
riqueza no cautiva al hombre porteño. <strong>El</strong> porteño<br />
no quiere ser rico.<br />
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