Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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mentar una creencia. Han sido infieles a los miramientos<br />
y emociones nucleares de su infancia, de<br />
su adolescencia y de su juventud y quieren sentirse<br />
a sí mismos, constantemente, paladear en todo<br />
momento el premio de su apostasía. Son los únicos<br />
porteños que viven en presente.<br />
De los hombres que le rodeaban, todos supuestos<br />
intelectuales, Ortega y Gasset sacó en limpio<br />
una mala impresión. No pudo respirar esa atmósfera<br />
de la ciudad que tan fuertemente exhalan las<br />
clases populosas, el soplo de la muchedumbre en<br />
que se licúa el <strong>Hombre</strong> de Corrientes y Esmeralda.<br />
Pero Ortega y Gasset es dueño de una percepción<br />
muy fina y entrevió ese fervor del espíritu porteño,<br />
traicionado por el empaque de los que le<br />
circundaban como cínifes, y escribió estas palabras<br />
que el <strong>Hombre</strong> de Corrientes y Esmeralda<br />
le agradece emocionado: “Yo no conozco, lo repito,<br />
ningún otro pueblo actual donde los resortes<br />
radicales y decisivos sean más poderosos. Contando<br />
con parejo ímpetu elemental, con esa decisión<br />
de vivir en grande, se puede hacer de una<br />
raza lo que se quiera. Por eso, buen aficionado a<br />
pueblos, aunque transeúnte, me he estremecido<br />
al pasar junto a una posibilidad de alta historia<br />
y óptima humanidad de tantos quilates como la<br />
Argentina”.<br />
<strong>El</strong> que no inspira ese aire poderoso, es nefasto<br />
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