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Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF

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inhibido. Puede decir: he comprobado esto, y<br />

nada más. No puede negar nada a priori. Ni inducir<br />

premisas, ni sacar consecuencias. He comprobado<br />

esto. Y a mí, ¿qué me importa Las reglas<br />

cartesianas son el mayor disparate que se imaginó.<br />

Generalizar... ¡pero señor, si jamás podremos<br />

asegurar la identidad de las circunstancias que<br />

rodean los fenómenos! ¡Ni siquiera el mundo está<br />

en el mismo lugar! Leyes y teorías se suceden en<br />

mutua corrección. La ciencia tiene tantos parches<br />

y remiendos, que ya no se ve la ciencia. Una manzana<br />

cayó de tal altura en tal tiempo, una, dos,<br />

tres, mil, diez millones de veces. Y ¿por eso va<br />

a asegurar que a la vez siguiente caerá en la misma<br />

aceleración ¡Vamos! Mil veces pasé bajo un<br />

techado. <strong>Esta</strong>ba por hacer una ley física y a la mil<br />

y una, me cayó una teja en la testa.<br />

*ODIO. — <strong>El</strong> odio porteño es insidioso y lento.<br />

Carcome pero no mata. Lo odiaba y le dio un<br />

puntapié al jarrón de Sevres que él más cuidaba.<br />

Se hizo el distraído. “Te voy a dar jarrones, pedazo<br />

de maricón”, pensaba. <strong>El</strong> odio es tenaz, anida<br />

siempre detrás del hombre odiado. No hay comentario<br />

en que no reluzca y le dé un tarascón.<br />

“No me hables de ese idiota”, dirá. Y fue él quién<br />

lo trajo a colación.<br />

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