Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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tención: “Caramba. Me parece que yo soy yetta.<br />
Cada vez que veo un partido de River Plate, River<br />
pierde. No vengo más”. Era esa la explosión<br />
de un sentimiento verdaderamente religioso, tan<br />
fidedigno que hasta la propia personalidad doblegaba.<br />
De esta calidad altruista es la adhesión deportiva<br />
del <strong>Hombre</strong> de Corrientes y Esmeralda.<br />
Hay en ella una emanación estética, vital, ética<br />
y étnica cuyo conjunto encuentra paridad en un<br />
fervor religioso sin dogmas, en un misticismo sin<br />
más divinidades que las surtidas por los hechos<br />
y sin más ritos que el subrayado de sus entusiasmos.<br />
Cuando sus faenas terminan, al caer de la tarde<br />
o a la noche, estos hombres apasionados que no<br />
tienen pasiones se reúnen en pequeñas tertulias, con<br />
uno o dos amigos. <strong>El</strong> <strong>Hombre</strong> de Corrientes y<br />
Esmeralda es un misántropo que odia la soledad<br />
personal. No puede estar solo. La soledad personal<br />
le contraría y atrista. Las tertulias se instalan<br />
en el interior de una casa o en un café. <strong>El</strong><br />
estado de ánimo no se modifica. <strong>El</strong> café reboza.<br />
En torno a cada mesa hay un grupito de hombres<br />
solos. Los hombres de una mesa evitan mirar a<br />
los vecinos... Las mujeres están excluidas de<br />
esa grey. Son hombres que hablan poco y en voz<br />
baja, como si bisbisearan un rezongo. Es muy<br />
raro que discutan o promulguen ideas o sentimientos.<br />
Su conversación es casi siempre una con-<br />
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