Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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ientes y Esmeralda, como si hubieran llegado de<br />
sopetón.<br />
Este carácter se conforma a la naturaleza misma<br />
del país, pampa llana sin mojones para la<br />
inteligencia, y a la vida de la ciudad que avanza<br />
de azar en azar, a los tumbos entre eventos que<br />
la más fina profecía no atrapa en su red. Lógico<br />
es que así ocurra. La naturaleza material del país<br />
está en proyecto y los problemas son infinitos y de<br />
una complejidad tan poliforme que ninguna inteligencia<br />
capta en conjunto. Nadie puede vaticinar<br />
lo contingible. Los especuladores más logreros y<br />
versados se arruinan en la compra–venta de tierras<br />
y gañanes sin más mérito que la tenencia de las<br />
propiedades, que adquirieron por nada, se enriquecen.<br />
En Buenos Aires son impresumibles las<br />
rutas del porvenir. Se estudia medicina y se termina<br />
en comisionista de bolsa. Se cursan carreras<br />
de jurisprudencia y se concluye en asuntos de agronomía<br />
en algún conchavo de la defensa agrícola.<br />
Practica el comercio de importación de manufacturas<br />
extranjeras y acaba en comprador de ganado<br />
en un frigorífico. Nace hijo de estanciero millonario<br />
y se ve conminado a merodear ventas de automóviles<br />
a plazos. En el caos inextricable de la<br />
vida porteña, la inteligencia es incapaz de soluciones.<br />
Solamente el arrojo del instinto induce probabilidades<br />
y propicia rutas. <strong>El</strong> <strong>Hombre</strong> de Corrientes<br />
y Esmeralda confía ciegamente en sus<br />
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