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Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF

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ellas era descalificado en los círculos de varones,<br />

era casi un infiel: era un “maricón” o un “caliente”.<br />

Una voluptuosidad vergonzante le señalará<br />

con un deseo insaciable y agotador.<br />

La juventud del hombre no fue más feliz. No<br />

tuvo camaradas del otro sexo, tuvo “programas”;<br />

presas que cayeron en el lazo; mujeres sonsacadas,<br />

víctimas, frutos de su destreza, de su “muñeca”,<br />

verdaderos actos de pillaje, demostraciones<br />

de arrojo o astucia. “Che, no se quería dejar<br />

besar y la atropellé detrás del zaguán” O bien:<br />

“Che, qué programa me saqué hoy en el tranvía”.<br />

Pero ni esas piraterías que tanto jactaba en las<br />

asambleas zafadas de varones ni sus incursiones<br />

por las mancebías calman su fogosidad pasional.<br />

<strong>El</strong> deseo se enardece en la templanza impuesta.<br />

Su ebullición arrastra la totalidad humana, la precipita<br />

en un tropel de ficciones en que sobrevive.<br />

Entonces, el <strong>Hombre</strong>, para no anular su efervescencia,<br />

que es una parte de él mismo, para librarse<br />

de esa compresión interior que le desazona,<br />

busca otras válvulas de escape, alegorías en que<br />

depositar su brioso caudal de pasiones excedentes.<br />

Huye afectivamente de su casa, donde nadie le<br />

entiende, donde el padre y la madre sólo vigilan su<br />

estado de gordura, y se entrega a la ciudad. Gandulea<br />

por sus calles, vagabundea por los parques,<br />

por los cafés. La ciudad respeta su aislamiento.<br />

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