Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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ambicioso ni le torturan emulaciones de lucimiento.<br />
Cuando algún trepador empuja, él abre cancha<br />
y deja el paso expedito. No tiene, pues,<br />
necesidad de estrujar su espontaneidad. <strong>El</strong> <strong>Hombre</strong><br />
de Corrientes y Esmeralda está resignado a<br />
ser un elemento vil de los cimientos, uno de los<br />
cascotes que se gangrenan bajo el suelo. No le<br />
instigan apuros de labrase complicadas periferias<br />
de artesonados o cornisas terminales. Su misión<br />
es más tosca, y él presta enorgullecido sus lomos<br />
para consolidar la patética edificación del espíritu<br />
de la tierra. “Palpita”, acertadamente, que en<br />
su humildad está su mejor grandeza.<br />
<strong>El</strong> <strong>Hombre</strong> de Corrientes y Esmeralda es un<br />
hombre de manejo resbaladizo. No declara sus<br />
disconformidades ni expone sus reproches. No<br />
puntualiza nunca, insinúa. <strong>El</strong> instinto no es dialéctico.<br />
Para descifrarlo, es preciso ser idéntico<br />
a él mismo. <strong>El</strong> adivinamiento de su voluntad,<br />
siempre soberana, es la desesperación de los políticos,<br />
de los mandatarios, de los directores de<br />
periódicos y de todos los que en alguna forma<br />
dependen de él. Los hombres solamente inteligentes<br />
fracasan en la función pública. <strong>El</strong> <strong>Hombre</strong><br />
de Corrientes y Esmeralda, ante todo, exige que<br />
los hombres públicos tengan, no conocimientos,<br />
nociones librescas, sino instintos poderosos, penetración<br />
lista, es decir, que sean hombres de<br />
palpito. Por eso tampoco le interesan los pro-<br />
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