Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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impunidad se abandonan a una benigna participación<br />
en los destinos ajenos. Pero es difícil ratificar<br />
esa impunidad a su desconfianza. Por eso, la ternura<br />
es mala brecha para llegar a él. Las mujeres<br />
que lo intentan, generalmente fracasan.<br />
Lo indudable es que el <strong>Hombre</strong> de Corrientes<br />
y Esmeralda, aunque millonario en reservas sexuales<br />
y apetecedor de ellas, es caballero de amistad<br />
y no de amor. <strong>El</strong> amor es entrega, cesión de<br />
destinos, y el <strong>Hombre</strong> de Corrientes y Esmeralda,<br />
demasiado leal con su propia vida, no la confía<br />
enteramente a nadie. <strong>El</strong> convite del hombre porteño<br />
no es, pues, de amor, y sin intervención del<br />
amor, el estado civil es una formalidad; a lo más,<br />
una transacción de compatibilidades sexuales, legales<br />
o ilegales, sin más ulterioridad para la soledad<br />
de su espíritu que la del comercio entre dos<br />
personas. <strong>El</strong> hombre se casa por desgano; “porque<br />
es hora de dejarse de andar haciendo disparates”;<br />
porque las mujeres de sus amigos le han<br />
hurtado sus amigos; porque sus sentidos le arman<br />
una asechanza y le hacen creer que está<br />
enamorado de un talle, de unas piernas, o de unos<br />
ojos; porque le atrae el utopismo de un retiro<br />
en que podrá tirarse a divagar, y a charlar con<br />
sus camaradas reconquistados; porque así elimina<br />
todas las vicisitudes del problema sexual y<br />
“estará tranquilo”; porque, negligentemente, se<br />
abandona a las confabulaciones que las mujeres<br />
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