Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
pariente iba a ser tan trastornado de trabajar por<br />
puro gusto”. <strong>El</strong> pariente, rentista modesto, es<br />
químico aficionado que, a su vez, encontró en el<br />
jabón un buen pretexto para impedir vejámenes<br />
a sus experiencias. No conoce ningún fabricante<br />
de jabones, ni proyecta inventar nada útil, pero<br />
arguyo en su casa: “Estoy haciendo unos ensayos<br />
de saponificación de grasas. Si me dan resultado<br />
puedo hacerme rico vendiendo el invento a un<br />
industrial”.<br />
Otra excusa habitual son las deudas. “Che,<br />
¡cómo andas laburando! Los muchachos están<br />
asombrados”. “Y ¿qué le voy a hacer hermano<br />
¡Tengo cada metejón!...” <strong>El</strong> inculpado no tiene<br />
deudas pendiente. Está por adquirir una casita<br />
que la tentó a su señora. Pero ese es regalo,<br />
que podría acarrearle reproches de ambicioso y lo<br />
disimula. Solamente la necesidad justifica, en el<br />
parecer porteño, el enyugamiento del hombre al<br />
trabajo y así todos, vistos a la ligera, parecen<br />
ansiosos de dinero.<br />
La vida porteña está plenamente informada por<br />
este endoso de desidia. Los escritores desparraman<br />
sus mejores libros por las mesas de café. Glosan<br />
sus ocurrencias, oyen las oposiciones y las contestan,<br />
pero no escriben ni una línea. Cuando se<br />
deciden a publicar, dicen: “Voy a ver si me gano<br />
unos pesos. Estoy pato”. Pero por cantidades mucho<br />
mayores de los paupérrimos honorarios que<br />
112