Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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“pálpitos” de ultima hora. <strong>El</strong> pálpito es la brújula<br />
que no enloquece en la marejada porteña, en<br />
su frenético vaivén de cuerpo afuera.<br />
Por otra parte, la educación, la de suavidades<br />
más imperiosas, las que alecciona en el hogar y en<br />
el tejemaneje de camaradas, estimuló incansablemente<br />
esa propensión. Acertó con la única fuente<br />
de conocimientos que el hombre puede llamar indudablemente<br />
suyos: la intuición. Los únicos que<br />
andan con el hombre de un lado a otro. Enriqueció<br />
sus instintos, aguzó su sensibilidad. Fomentó<br />
la memoria de sus emociones y no la de los<br />
conceptos. “Como no te vas a acordar si te pegaste<br />
un susto bárbaro” Nadie se hubiera asombrado<br />
del olvido de una fecha, de una definición<br />
aritmética. Percepción vivísima e ineptitud expresiva<br />
es el resultado inmediato de esta didáctica.<br />
<strong>El</strong> porteño es hombre de morosidades, y no está<br />
arrepentido de ello. La improvisación es el<br />
atropello de sus desperdicios de tiempo; pero normalmente<br />
es remolón y poco tentado de exhibiciones.<br />
Esa morosidad embota las facultades intelectuales.<br />
Por otra parte, el porteño no es hombre<br />
de entendimientos fatigosos: ni los desea ni los<br />
busca. <strong>El</strong> porteño admira la inteligencia que media<br />
desprevenida en un hecho inesperado: la sutileza,<br />
la sagacidad, la astucia, “la ranada”, la industria,<br />
la elección acertada, la elocución persuasiva y las<br />
quisiera para sí. “Es rana”, es alabanza mancha-<br />
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