Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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en las ciudades. Todo confluye a un máximo aprochamiento<br />
material. <strong>El</strong> que tiene una idea la labra,<br />
la cultiva y le extrae un rendimiento portentoso.<br />
Hay así algunos literatos vacuos que son eminentes<br />
por la técnica, pensadores que alimentan una<br />
copiosa producción con ideas substraídas de otros<br />
libros ya olvidados. Pero, dentro de su exigüidad,<br />
el europeo es casi feliz. La premura de su trabajo<br />
le impide ser consumido por el pensamiento de su<br />
brevedad. No tiene tiempo para saberse perecedero.<br />
Es un trabajador que labora como si fuera eterno:<br />
libre de aflicciones de mortalidad.<br />
Aquí la lucha no encara a la naturaleza física,<br />
aquí la lucha encara a la naturaleza espiritual. Aquí<br />
la tierra es opulenta, dócil; es tierra apurada por<br />
germinar. <strong>El</strong> trabajo es de alientos lánguidos, es<br />
trabajo que no jadea y está henchido de promisiones<br />
que se cumplen a la primera genuflexión. Pero<br />
es una tierra que amilana los sentidos, que postra<br />
la sensualidad, una tierra invisible, aun para<br />
el cuerpo que la holla, una tierra casi inhumana,<br />
impía, chata, acostada panza arriba bajo un cielo<br />
gigantesco. Es una tierra inasible, sin actualidad,<br />
que ni se ve, ni se oye —muda, inmóvil— una<br />
tierra sin pájaros, sin bichos. <strong>El</strong> hombre, frente a<br />
ese sosiego pródigo en beneficios materiales, queda<br />
alelado por los pensamientos y las emociones que<br />
flotan como vahos deletéreos. Allí todo parece<br />
vano, superfluo, pueril. “Todo pasa” dice la lla-<br />
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