Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La tarea más seductora para el porteño son los<br />
cargos de oficina: una distracción manual en que<br />
simular una ocupación real y una libertad de imaginación<br />
no coartada. Empadronar, inscribir, remitir<br />
expedientes, facturar, coleccionar o encasillar<br />
papeles, fojas, notas, son faenas que los porteños<br />
disputan aunque no gocen retribuciones elevadas.<br />
E1 porteño opta, salvo cuando las mujeres andan<br />
muy cerca, por un “trabajito liviano” aunque el<br />
sueldo sea un poco menor. Si entre los compañeros<br />
de oficina hay alguno con quien departir<br />
amigablemente, contar anécdotas, chistes, tramar<br />
empresas de enriquecimiento, y los jefes son tolerantes,<br />
entonces el cargo es un ideal porteño.<br />
Un hombre así, remiso y encofrado en un quietismo<br />
contemplativo, naturalmente, desaprueba<br />
el trabajo que se complace en sí mismo; mejor<br />
dicho, ni lo supone posible sino en anormales. <strong>El</strong><br />
que trabaja sin objeto definido, preciso, ineludible,<br />
no es persona que la sensibilidad porteña anote<br />
con agrado. Por eso, el hombre que por cualquier<br />
razón se menea por algo que no es imprescindible<br />
para su subsistencia, se escuda en un pretexto:<br />
la obligación de conseguir dinero. “Che, me han<br />
dicho que vos tenés un pariente medio loco, que<br />
se pasa el día en tu casa con cachivaches de química”.<br />
“Hace experimentos para una fábrica de<br />
jabones”. “¿Y le pagan” “Y entonces... ¿qué<br />
te crees” Es decir: “¿Cómo te imaginas que mi<br />
111