Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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qué terribles decisiones enarbolaría para salvarse,<br />
para conservar intacta su latitud, si modalidades<br />
exóticas amenazaran nuevamente contaminarlo!<br />
¡La ciudad no permitirá que el lucro y sus declinaciones<br />
sean la columna vertebral de su dinamismo!<br />
Tampoco los modos de los mayores de cincuenta<br />
años están totalmente implicados en el <strong>Hombre</strong><br />
de Corrientes y Esmeralda. Su años pueriles, esos<br />
años en que el alma del hombre es receptiva como<br />
cera, gatearon un poco antes de la consunción del<br />
siglo pasado. Vivieron sus años imberbes en el<br />
seno de una sociedad aun suelta. Alcanzaron a<br />
paladear la afabilidad de las últimas tertulias que<br />
caracterizaron a Buenos Aires antiguo, y el estrechamiento<br />
familiar que en ellas respiraron les inmunizó<br />
en adelante. Además tuvieron ideales,<br />
escorzos de ideales que aparecían al alcance de la<br />
mano. Creyeron en la ciencia, a pie juntillas. Los<br />
biólogos, los fisiólogos, los químicos, los astrónomos<br />
y los mecánicos fueren los sacerdotes laicos<br />
de su religión. Columbraron una felicidad barata<br />
en el incremento numérico de la población, en la<br />
multiplicación de las vías férreas, en la popularización<br />
de la cultura, en el acrecentamiento de los<br />
ganados y de los sembradíos. En pocos años trastornaron<br />
la dinámica del país. Se aliaron al capital<br />
extranjero, y juntos fundaron pueblos, tendieron<br />
ferrocarriles, construyeron puertos, dragaron ca-<br />
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