Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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neutralidad y de la falacia de serlo, de los deberes<br />
y derechos mutuos de las naciones... <strong>El</strong> hombre<br />
porteño se apiñaba en su entorno. <strong>El</strong> hombre porteño<br />
siempre ha sido paladeador de espectáculos<br />
gratuitos. Escuchaba sus arengas, leía sus proclamas,<br />
pero continuaba impertérrito. “¿Para qué nos<br />
vamos a meter en esta conflagración Si pelean,<br />
ha de ser porque tienen un interés. Yo no pelearía<br />
por un francés. ¿Cómo voy a suponer que un francés<br />
pelea por mí” Los intelectuales insistían en<br />
desgañifarse. Lograron el auspicio de toda la prensa<br />
sin excepción. <strong>El</strong> Parlamento se puso de pie<br />
para votar la ruptura de relaciones. Hasta los socialistas<br />
aprobaron el disparate. Irigoyen, que era<br />
entonces presidente, desoyó el falso clamor y vetó<br />
o encarpetó la aprobación legislativa. Con su oído<br />
finísimo de viejo caudillo había “palpitado” la<br />
oposición del pueblo porteño, y, en gran parte por<br />
eso, el pueblo porteño, a pesar de las turbiedades<br />
de su administración lo premió con la segunda presidencia.<br />
<strong>El</strong> hombre porteño empuña una de sus palabras<br />
vernáculas para embromar a los sugestionados por<br />
el espejismo de las grandes dicciones: “Engrupido”.<br />
“Engrupido” es el tipo que todavía cree en<br />
la Humanidad, en el Éxito, que todavía cree en<br />
el premio del trabajo y hace méritos cinchando<br />
en la oficina durante horas extraordinarias. “Engrupido”<br />
es el conscripto demasiado empeñoso en<br />
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