Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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ciones; soberbia, valerse de los hombres menos<br />
enteros de su partido. En todos sus actos había<br />
un “A mí qué me importa lo que piense la plebe”.<br />
Y cayó arrasado por la avalancha de la indignación.<br />
Ahora estamos frente a una soberbia peor.<br />
¡Quiera Dios que al pueblo no le cueste mucha<br />
sangre y desorganización desalojarla!<br />
Las líneas anteriores fueron escritas y publicadas<br />
bajo la dictadura del general Uriburu. También<br />
él pasó lamentablemente, aunque todavía a<br />
su sombra, con lamentables esporos de ideas importados,<br />
algunos tratan, desesperadamente, de<br />
sacar utilidad personal en el desquicio provocado.<br />
Algún día los gobernantes, escaldados, aprenderán<br />
a respetar las terminantes —aunque no dichas—<br />
convicciones del espíritu de la tierra. (Nota<br />
de la cuarta edición).<br />
<strong>Esta</strong>s consideraciones, que son simples esbozos<br />
de los sentimientos fundamentales del <strong>Hombre</strong><br />
porteño, y no ideas del autor, no buscan dejar<br />
consignada una antipatía popular al capital extranjero,<br />
al contrario, repito, aunque el porteño<br />
no se agacha en pleitesía, no le escatima una sobria<br />
gratitud. Trabajos igualmente decorosos y<br />
valorados en el ánimo del <strong>Hombre</strong> de Corrientes<br />
y Esmeralda son los aplicados al servicio de la<br />
tierra o del capital extranjero. En su criterio sentimental,<br />
no es más laudable el laboreo de las tierras<br />
que la conducción de locomotoras. No es<br />
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