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Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF

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EL PATRÓN DE SÍ MISMO<br />

Ya en las revisiones precedentes que aspiran<br />

a desbrozar de prejuicios la etopeya del<br />

hombre porteño, prenotamos someramente cómo<br />

la especia de la tierra se consubstanció con el hombre<br />

y le transfirió su espíritu, interpolando, visiblemente,<br />

su finitud humana en las inecuables<br />

magnitudes de tiempo y de espacio que a la inmensidad<br />

de esa tierra convienen.<br />

Achatado por la inmediación de las presencias<br />

cósmicas, el hombre desacreditó su esfuerzo individual<br />

y malogró en conformidad todos los veredictos<br />

de la inteligencia doblegada por el convencimiento<br />

de que la voluntad está sometida a potencias<br />

inexorables y todopoderosas. Fue concesivo<br />

e indulgente en demasía. Su curiosidad se<br />

acercaba a las faltas ajenas más atenta a explorar<br />

las furtivas trazas del destino, que las culpas del<br />

que cometió el yerro. Rodaba, así, rápidamente,<br />

a un fatalismo relajador en que la vida es un<br />

acertijo y no un albedrío que se desenvuelve.<br />

Ese determinismo volatilizaba sus energías, lo<br />

hundía en una inacción desdichada. Para su pro-<br />

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