Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF
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LECTOR:<br />
No catalogue vacío de sentido a lo que en el interior<br />
de este libro llamo “espíritu de la tierra”.<br />
Si por ingenuidad de fantasía le es enfadoso concebirlo,<br />
ayúdeme usted y suponga que “el espíritu de<br />
la tierra” es un hombre gigantesco. Por su tamaño<br />
desmesurado es tan invisible para nosotros, como lo<br />
somos nosotros para los microbios. Es un arquetipo<br />
enorme que se nutrió y creció con el aporte inmigratorio,<br />
devorando y asimilando millones de españoles,<br />
de italianos, de ingleses, de franceses, sin dejar<br />
de ser nunca idéntico a sí mismo, así como usted no<br />
cambia por mucho que ingiera trozos de cerdo, costillas<br />
de ternera o pechugas de pollo. Ese hombre<br />
gigante sabe dónde va y qué quiere. <strong>El</strong> destino se empequeñece<br />
ante su grandeza. Ninguno de nosotros lo<br />
sabemos, aunque formamos parte de él. Somos células<br />
infinitamente pequeñas de su cuerpo, del riñón, del<br />
estómago, del cerebro, todas indispensables. Solamente<br />
la muchedumbre innúmera se le parece un poco. Cada<br />
vez más, cuanto más son.<br />
La conciencia de este hombre gigantesco es inaccesible<br />
para nuestra inteligencia. No nos une a él<br />
más cuerda vital que el sentimiento. Cuando discrepemos<br />
con sus terminaciones, quizá en el corazón<br />
tengamos una avenencia.<br />
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